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Entrevista:

"Los monstruos de hoy son el miedo al paro y la incomunicación"

Una biografía falsificada es la base sobre la que levantó su vida un triunfador. Un hombre que vive con la obsesión de conocer las peripecias de los que fueron sus compañeros en su paso fugaz por una prestigiosa universidad descubrirá la impostura. Son las líneas maestras de Un hombre de provecho, la tercera y última novela de Félix Bayón, que obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla el pasado sábado. Los dos protagonistas son las dos caras de una misma moneda y resumen una de las obsesiones de su autor: la mentira. Esta obsesión marca también Adosados y La libreta negra, sus dos novelas anteriores. Bayón nació en Cádiz en 1952. Tras iniciarse como periodista en Diario de Cádiz, Informaciones y Le Monde, se incorporó a EL PAÍS en 1976. Inició su primera novela en 1992 tras un trasplante de corazón que le hizo dejar el periodismo como ocupación principal.Pregunta. ¿Cuáles son las características más importantes de Un hombre de provecho?

Respuesta. Es una novela sobre la mentira. Se me ocurrió tras hablar con un viejo compañero del colegio en una fiesta de aniversario de antiguos alumnos. Tengo una memoria asquerosa. En cambio, hay gente que recuerda muchas cosas. Ahí te das cuenta de que parte de tu personalidad consiste en lo que la gente recuerda de ti. Este antiguo compañero tenía una memoria muy importante sobre aquellos años. Había seguido con bastante exactitud lo que habían hecho los demás. Esto me dio la idea. Imaginé un personaje que pasaba fugazmente por una universidad de élite, era excluido de ella y se veía obligado a buscar un empleo para sobrevivir. Pensé que podía convertirse en el celador de un colegio. Un día este hombre, que lleva una vida gris y oscura, ve en un periódico la fotografía de un tipo que dice haber estudiado en la misma universidad que él. El celador no lo recuerda como compañero suyo y comienza a investigar sobre este hombre misterioso. La novela concluye con un final sorprendente.

P. ¿Cuál es la razón de esa obsesión suya sobre la mentira y la falsedad en todas sus novelas?

R. No lo sé. Un día [el escritor] Justo Navarro me decía que mis obras tenían que ver más con las novelas de terror que con las de intriga por la aparición en ellas del disfraz y la doble personalidad. La novela gótica de hoy tiene unos escenarios muy diferentes de la del siglo XIX. [El escritor] Martínez de Pisón afirma que las urbanizaciones solitarias de las playas en épocas fuera de temporada son lo más próximo hoy en día a un castillo abandonado. Hay un miedo de la gente a las demás personas. Las relaciones virtuales son cada vez más comunes. Por ejemplo, yo no conocí personalmente a mis agentes literarias durante bastante tiempo.

P. Sus obras presentan a personas solitarias, con vidas oscuras... ¿Por qué?

R. Son los saldos de la sociedad contemporánea. En nuestras vidas hay un montón de cosas que nos superan. En los últimos años han cambiado muchas cosas. Hay una fuerte inestabilidad en el empleo. Las formas de relación también han cambiado. La gente ya no se ve en sitios fijos. La gente ya no va al centro de la ciudad para hacer un trámite bancario o para que la vea el médico. Los monstruos de hoy están dentro de nosotros mismos. Son el miedo al paro o los problemas en la comunicación con los demás. Ha cambiado hasta el fenómeno del cotilleo. La gente ya no charla con los vecinos por las ventanas y, en cambio, se crean cotilleos universales a través de las pantallas de televisión. La gente no sube a la casa del vecino a pedirle perejil y, en cambio, hay personas que, de forma gratuita, dan distintos servicios de información por Internet.

P. Las relaciones entre los escritores y la adaptación al cine de sus obras son a veces tormentosas. ¿Qué le parece la versión que hizo Mario Camus de Adosados?

R. Muy buena. La relación con Camus fue excelente. . Hablamos con frecuencia. Nos recomendamos libros. Es una relación muy virtual. Camus vive en Cantabria y le veo cada bastante tiempo.

P. Fue finalista en el Premio Nadal y ahora gana el Ateneo. Algunos novelistas desdeñan los premios. ¿Está a favor de ellos?

R. Hoy en día se da un problema muy duro: hay un montón de novelas que se publican al año y que disputan cada metro cuadrado de las librerías. Los premios sirven para darte una maravillosa promoción y, en casos como el del Ateneo con Algaida Editores, te garantizan una buena distribución de tu obra.

P. Poca gente recuerda hoy a escritores que eran famosos hace unas décadas. ¿Merece la pena dedicarse a una tarea que muchas veces concluye en el olvido?

R. Hay escritores que están hoy olvidados, pero no sabemos si recobrarán protagonismo dentro de 15 o 20 años. Siempre queda el consuelo de pensar que puedes ser un genio oculto y que te descubrirán en el futuro. La literatura es el único oficio en que te puede ocurrir una cosa como ésta. Yo siempre suelo hacer un chiste sobre esto. Lo importante no es que el escritor se haga millonario, sino que sus nietos puedan vivir de su obra gracias a los derechos de autor. Ésa es la prueba del nueve de la gloria literaria.

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