Irlanda del Norte reitera su fe en el proceso de paz con una afluencia masiva a las urnas
Los norirlandes reiteraron ayer su fe en el proyecto de paz para su tierra con una amplia participación en las elecciones de una Asamblea legislativa que les ofrece una histórica oportunidad de reconciliación y autonomía. Ignorando las amenazas terroristas, las lluvias torrenciales y la tentación de quedarse en casa para seguir el Mundial de fútbol por televisión, la mayoría del electorado de más de un millón de votantes acudió a las urnas para apoyar la creación de un nuevo Gobierno y parar el embate de los sectores recalcitrantes de católicos y protestantes en Irlanda del Norte.
Los primeros sondeos a pie de urna daban esta madrugada una sorprendente victoria al líder socialdemócrata católico, John Hume, con un 25% de los votos. Hume se habría beneficiado, de confirmarse estos datos, de la división en el seno de los unionistas: el moderado, David Trimble, firmante del Acuerdo de Stormont, y el radical, Ian Paisley, dispuesto a boicotearlo desde dentro, iban codo a codo en los sondeos, con un porcentaje en torno a un 20% cada uno."Éste es el comienzo de la nueva fase política en Irlanda del Norte", había declarado David Trimble, el líder protestante del Partido Unionista del Ulster (UUP, moderado), la principal fuerza de la provincia bajo soberanía británica. Su principal rival, Gerry Adams, jefe del Sinn Fein, el frente político del Ejército Republicano Irlandés (IRA), declaró poco después de depositar su voto en Befast: "Es hora de traducir los resultados del referéndum en una nueva Asamblea".
Se refería al masivo apoyo popular que el proyecto de paz iniciado hace dos años recibió en el referéndum del mes pasado y que sentó las bases para la formación de un cuerpo legislativo de 108 escaños que asumirá funciones administrativas la próxima semana. Esa Asamblea, cuya misión fundamental será la de coordinar los contactos entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte con miras a establecer mecanismos propios, debe estrenarse con la elección de un Gabinete ministerial en el que estarán representados todos los partidos políticos del Ulster.
La mayoría de los irlandeses espera que la nueva Asamblea acabe por producir un arreglo político capaz de poner fin a tres décadas de violencia que han causado más de 3.500 muertes. Y ese deseo estaba ayer reflejado con particular énfasis en el pueblo de Newtonhamilton, al sureste de Belfast, donde extremistas republicanos colocaron una bomba que hirió a cuatro personas el miércoles. "Los terroristas quieren destruir el proceso de paz pero no van a conseguir nada. La paz es inevitable", declaró una señora al salir de un colegio electoral.
Una visión diametralmente opuesta la ofreció Ian Paisley, el septuagenario líder protestante del Partido Democrático del Ulster (UDP), que ha estado denunciando el proceso como una artimaña urdida por Londres para abandonar a los unionistas protestantes "a merced de los terroristas republicanos". Furioso como siempre, Paisley juró "mantener la campaña para impedir que echen al Ulster por el tobogán de la reunificación irlandesa. Seremos los salvadores de nuestra unión con el Reino Unido", prometió.
El partido de Paisley se ha presentado a los comicios con el declarado propósito de mantener en la Asamblea una oposición directa y el poder de veto a "toda política que comprometa el futuro de los unionistas".
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