Primakov afirma que Rusia tiene que aprender del "new deal" para superar la crisis
A veces parece que Rusia confía en una especie de Plan Marshall para reconstruir su economía como el que EEUU lanzó en Europa tras la II Guerra Mundial. Sin embargo, el ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov, se remontó aún más atrás al defender ayer en Londres, como modelo inspirador para solucionar los problemas de su país, el new deal que Franklin D. Roosevelt aplicó en los años treinta para superar la gran depresión."No hemos prestado la suficiente atención al crecimiento económico", aseguró ayer Primakov ante el Instituto Real Británico de Asuntos Internacionales, "porque nos centramos en la estabilidad financiera macroeconómica a petición del Fondo Monetario Internacional". Aunque no se trata de volver al pasado dando un peso excesivo al Estado, añadió, "se puede aprender de EEUU, donde, tras la gran depresión, Roosevelt tomó algunas medidas estatales, de carácter fiscal, que beneficiaron al desarrollo de la industria".
Las palabras del ministro de Exteriores están en línea con el paquete de medidas anticrisis que el presidente Borís Yeltsin y su jefe de Gobierno, Serguéi Kiriyenko, presentaron el lunes a los líderes parlamentarios y regionales y que este último terminó de enviar ayer a la Duma (Cámara baja), cuyo pleno comenzará a debatirlas el 1 de julio. Ilustran también la frustración por el corte en seco de la efímera recuperación de la producción, después de que, en 1997, se frenase un dramático descenso que, en cinco años, redujo en más de un 50% el producto interior bruto.
Sin embargo, el Gobierno parece considerar vital para evitar la devaluación del rublo y devolver la confianza a los mercados que el FMI salga al rescate de la economía rusa. Ayer mismo, tal como estaba previsto, el consejo de directores del Fondo decidió finalmente desbloquear un tramo de 100.000 millones de pesetas de un crédito de 1,4 billones. El vicedirector ejecutivo del organismo, Stanley Fischer, lo había dado casi por hecho al término de una misión en Moscú en la que hizo pasar un duro examen de ortodoxia a la economía rusa.
Más que por su volumen, esa inyección financiera tiene valor como palmadita de ánimo al Gobierno que permita a los mercados recuperar la confianza. Sin embargo, este objetivo necesita mucho más para cumplirse: entre 1,5 y 2,25 billones de pesetas, según los cálculos del Gobierno.
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