Caballero: "Hoy me siento muy hombre y muy torero"
Uno detrás de otro. Se abría la puerta de toriles y detrás de unos cuernos, un toro. Y otra vez. Así, hasta seis. Es decir, nada nuevo para un público que lleva años, lustros; algunos, décadas contemplando el mismo espectáculo. Sólo un sorprendido: Manuel Caballero. Todo lo que aparecía por chiqueros, negro o cárdeno, era para él. De hecho el cartel rezaba: "Único espada". Lo que viene a querer decir que la película era sin secundarios. "Hoy me siento muy hombre", dice el diestro, guarda un segundo de respeto y rectifica: "Muy torero".
"Pesa mucho", dice breve, rápido y ajeno a su costumbre un torero con una proverbial facilidad para el verbo generoso. Para dar constancia del peso, exhibe un también conciso parte de guerra: "Llevo un esguince en el tobillo y el abductor inflamado. Nada serio: una rotura de fibras". El regalo se lo dejó el segundo astado. "Ha sido muy complicado. Bueno, eran victorinos y han estado en la línea. Lo más importante es que ha habido espectáculo y emoción. Todo el encierro ha presentado muchísimas dificultades. Yo, por mi parte, he estado muy activo, con muchas ganas y me he entregado en todos", afirma de carrerilla y remata: "Me he notado muy bien".
El quinto ausente
En el resumen general de lo acontecido destaca la espada: "Sólo he dado un pinchazo y ha sido hondo". Acto seguido, empieza una apresurada descripción de cada una de sus faenas con el ánimo del que cumplimenta, apartado por apartado, la declaración de la renta: "El primero ha sido el menos complicado. Una oreja. El segundo, una prenda. Enseguida se revolvía y no te podías despistar ni un segundo [a éste corresponde el arreón]. El tercero, malo. Es más", puntualiza veloz, "el peor. El cuarto ha cambiado. Tenía mucho peligro y, pese a ello, me he echado la muleta a la mano izquierda. Es sin duda con el que más a gusto me he sentido. Definitivamente era el más complicado [otra oreja]. El quinto", aquí se detiene la narración, "¡Ángel!", llama al apoderado, "¿Qué has pasado en el quinto, tú te acuerdas? ¿Qué quieres que te diga? me coges en caliente y no me acuerdo. Vamos a ver, el primero, el segundo..." y continúa la relación mascullando los apartados del impreso figurado. "Nada, hablamos más tarde y te lo cuento. Bueno, y el sexto. Éste era el más soso. No llegaba a los tendidos y poco o nada se podía hacer". Aquí da un frenazo a su discurso y vuelve sobre el camino andado: "Estoy muy satisfecho. No he decepcionado. En Madrid, en Las Ventas y con victorinos". "Hace poco dije que quería comerme el mundo a bocaditos, poco a poco, sin las prisas de antes. Bueno, éste ha sido un buen bocado. Pero hay que seguir", termina y, en la conclusión, sigue mascullando lo que quiso Dios que pasara con el quinto. Eran muchos.
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