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Gil vota en las primarias

No cabe duda de que las primarias son un gran invento, capaz de competir en pasión con los mundiales de fútbol. Después del revés Borrell, anda el aparato del PSOE más callado que en misa, pero no faltan las personas extrañas al Partido Socialista dispuestas a dar su opinión. Hasta una persona tan ajena a las ideas socialdemócratas como el alcalde de mi pueblo es capaz de entusiasmarse con los comicios que se han de celebrar mañana y se ha apresurado a dar su opinión. De los dos candidatos socialistas que se enfrentan en Marbella, Gil ha repudiado a uno. Isabel García Marcos, la mujer que desde 1991 viene reencarnando la oposición al gilismo, es, según el alcalde, "una mala persona". Al alcalde de mi pueblo no le gustan nada las malas personas. Prefiere las buenas gentes, en las que suele poner su confianza y con las que se muestra muy generoso. Él es un hombre capaz de perdonar veleidades izquierdistas siempre que haya antes un arrepentimiento sincero. Lo ha demostrado al acoger en el seno del gilismo a concejales socialistas y comunistas, como los de Casares y Manilva, que, con sus conversiones, han logrado deshacer la mayoría de izquierdas en ambos pueblos. Sólo gente ingrata como la concejala García Marcos es capaz de ver mala intención en lo que sólo es altruismo en gran escala. En tan gran escala que, sólo en 1995, el Ayuntamiento de Marbella gastó unos 4.000 millones en personal de confianza y contratos de libre designación. No hay duda de que en los últimos años su generosidad ha seguido creciendo, ya que Gil no sólo cuenta ahora con los presupuestos del Ayuntamiento, sino también con los de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol y las empresas públicas dependientes de esta Mancomunidad. No es probable que haya una sola buena persona que se haya quedado sin premio. Hace unos pocos meses, su abogado, ideólogo y hombre de confianza, José Luis Sierra, eligió como secretaria a la esposa del otro candidato socialista en las primarias, el dirigente local, Francisco Zori, un hombre ecuánime y comprensivo con el Plan de Urbanismo de Gil, nada que ver con esos histéricos ecologistas de la Plataforma. Sólo mentes calenturientas pueden ver en un gesto así intenciones malsanas. Que la mayor parte de la gente es sensata lo demuestra el hecho de que esta contratación no ha creado ninguna controversia en el PSOE de Marbella. El PSOE es un partido unido y como dios manda, en el que no se discuten tonterías, y no cómo el PP, cuyos militantes se han puesto a difamar al jefe de su grupo municipal, Alfonso Carlos Gutiérrez de Ravé, dando por buenos los rumores que dicen que ha sido tocado por la generosidad del alcalde, como si hubiese algo malo en ello. Pero hay que ser optimistas: la justicia se termina imponiendo y la magnificencia siempre es bien retribuida. En las próximas elecciones, es muy probable que el desgaste haga perder a Gil la mayoría absoluta. Afortunadamente, siempre habrá buena gente, gente generosa, que, como los concejales de Casares y Manilva, se conviertan al gilismo a última hora y permitan al altruista alcalde seguir gobernando en solitario.

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