Restos de la historia

En el camino que va de Madrigalejo del Monte a Montuenga (el pueblo de Ortega Lara, pero eso lo he sabido hace poco) había hace años una piedra que recordaba el sitio donde dos pastores mataron a palos al alcalde de Madrigalejo, por querellas de entradas del ganado en rastrojos. Uno se llamaba Victoriano Heras Cano, Ferino por alias, y al otro lo apodaban El Zancas. El tal Ferino debía ser el más bragado de la pareja y afirmaba haber salido de la cárcel de Burgos cuando la proclamación de la Primera República (ya sería cuando La Gloriosa, deduzco ahora). Con el tiempo, acabó de pastor de mi bisabuelo y le debió contar la historia a mi abuelo; pudo haber sido hace cien años, cuando mi abuelo tenía 10. Hasta le debió dar forma de romance de ciegos: "El veintisiete de septiembre/ fue mi día desgraciado...", creo que empezaba.Mi abuelo me lo contó a su vez hace 35 o 40 años, con un puñado de anécdotas conexas y no se me pasó por las mientes transcribir el romance, aunque sí tomé algunas notas, que vaya usted a saber adónde han ido a parar después de tres o cuatro cambios de casa. El camino ha sido desviado a la altura de donde estaba la piedra para hacer sitio a un aeródromo para avionetas, ¡qué cosas! Quién sabe si, cuando me llegue la época, tendré nietos a los que endosar el relato, o lo que recuerde de él para entonces.

Como no soy escritor, floclorista o periodista, se la cuento a usted, señor director, para tratar de que no se pierdan los restos de esta historia de Castilla la Vieja.-