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La intervención de Zaplana y Romero rompe el bloqueo y hace viable el pacto lingüístico

Se ha pasado de la imposibilidad de acuerdo a una intensa negociación. La ponencia del Consell Valencià de Cultura que trabaja en el dictamen sobre la polémica lingüística perfilaba a última hora de ayer una propuesta que reconoce, con una complicada redacción, la pertenencia del valenciano a un sistema común con la lengua que se habla en Cataluña y Baleares y prevé la creación de una institución normativa para la lengua integrada por 21 miembros. La intervención del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, y del secretario general del PSPV, Joan Romero, ha sido decisiva.

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Zaplana y Romero se han reunido al menos en dos ocasiones desde el pasado domingo para desbloquear el trabajo del CVC, encallado en el debate sobre el origen del valenciano. De los contactos, en los que han participado el consejero de Cultura, Francisco Camps, el presidente del máximo órgano consultivo de la Generalitat, Santiago Grisolía, y consejeros propuestos por los socialistas, como Ramon Lapiedra y Manuel Sanchis Guarner, ha surgido un borrador que ayer presentaron en la ponencia del Consell de Cultura el secretario, Sanchis Guarner, y el consejero propuesto por el PP Joaquín Calomarde. La propuesta sí que recoge una definición sobre el origen y la filiación del valenciano, que lo sitúa como "idioma propio" en el sistema lingüístico de los territorios de la antigua Corona de Aragón. Con ello, la derecha acepta incluir ese aspecto, por complicada que sea la redacción final que se adopte, frente a la postura de eludir la cuestión que había mantenido últimamente. Por otra parte, el borrador, que ayer se discutía en todos sus detalles, prevé la creación de una institución nueva, cuyos 21 miembros serían elegidos por dos tercios de las Cortes. Con ello, se garantizaría que la composición del organismo sea consensuada. La sensación de pesimismo que se extendió el lunes, tras fracasar el pleno previsto para debatir la propuesta de dictamen en sus puntos más sensibles, se transformó ayer en optimismo, aunque las reticencias no habían desaparecido. Además de la discusión en el seno del CVC, hubo numerosas consultas, tanto de la derecha como de la izquierda, con representantes del mundo académico y cultural. Los dos consejeros de Esquerra Unida, que no estaban al tanto de los contactos para desbloquear el debate, expresaron su malestar por ello y se mostraron cautelosos ante la nueva propuesta. Por su parte, José Boronat, uno de los dos miembros del CVC nominados por los regionalistas de Unión Valenciana, máximos defensores del secesionismo lingüístico, abandonó la sesión de ayer, en desacuerdo con el rumbo que adoptaba la discusión.

Grisolía asegura que el Consell de Cultura está poniendo "los puntos y las comas" al dictamen

Los representantes del PP en el Consell Valencià de Cultura (CVC) y probablemente el consejero de Cultura, Francisco Camps, se reunieron antes de iniciar la sesión de la ponencia de ayer para acordar su postura conjunta. Fue uno más de los múltiples encuentros que se han celebrado últimamente, pero en esta ocasión el contenido del mismo tenía un carácter más trascendental tras la reunión que mantuvieron el martes Zaplana y Romero. De hecho, a primera hora de la mañana, en el Palau de Forcalló, sede de la institución, se respiraba un ambiente muy diferente al de precedentes reuniones de los componentes de la ponencia, que debe redactar un escrito para someterlo posteriormente a votación en el pleno del CVC. Prueba de ello fueron las declaraciones que realizó el presidente del órgano consultivo de la Generalitat en materia cultural, Santiago Grisolía. A pesar de que siempre se ha querido mostrar optimista ante la consecución de la difícil tarea encomendada por las Cortes a propuesta del presidente del Consell, Eduardo Zaplana, nunca ha concretado ninguno de los aspectos del desarrollo del debate. Ayer, Grisolía se aventuró a dar una fecha, aunque rehusó contestar preguntas y ofrecer detalles de la discusión. Dijo que el próximo martes espera que el Consell Valencià de Cultura haya "acabado" el dictamen. "Creo que va a ser una realidad", añadio, al tiempo que apuntó que lo que resta por hacer es "cosa de pequeños detalles" y de "poner puntos y comas" al dictamen. Corresponde a una comisición de redacción, creada ayer mismo con 11 miembros que también participan en la elaboración de la ponencia, ajustar esos "puntos y comas" a los que se refería Grisolía. Hoy la comisión continuará con un trabajo que parece haber entrado en un punto de difícil retorno.Aunque no se puede descartar un retroceso en las negociaciones, a tenor de lo sucedido en jornadas precedentes, se ha evitado el naufragio que presagiaba el pleno del lunes, hasta el punto de que desde ayer corren vientos de optimismo entre la gran mayoría de los representantes del CVC. La discusión, por primera vez en torno a la redacción de un documento único con enmiendas, ilustra el cambio de rumbo que ha adoptado el debate en el CVC. De todas formas, hay también un documento anexo que implica una enmienda a una de las cuestiones abordadas. El debate que se escenifica en el Palau de Forcalló, en realidad, tiene abiertos muchos frentes fuera de sus paredes, con referentes de mayor peso en la toma de decisiones. De hecho, es en los despachos de los diferentes partidos políticos, y sobre todo de la presidencia de la Generalitat, donde se marca la línea a seguir. Las consultas entre los consejeros y los dirigentes de sus respectivos partidos son continuas. En este sentido, a pesar del espacio de encuentro abierto por el PP y el PSPV-PSOE, los dos representantes nombrados a propuesta de EU en el CVC mostraron ayer su malestar por su exclusión de las negociaciones entre Zaplana y Romero. Al término de la reunión de ayer, la filóloga Carmen Morenilla calificó su posición como "residual" en alusión a la escasa atención que le prestaban en sus intervenciones los representantes del PP. La consejera por EU añadió que, si finalmente acude a la reunión de hoy -tenía previsto un viaje de trabajo-, se deberá "exclusivamente a la oportunidad política" del momento. Un representante del PSPV en el Consell Valencià de Cultura, por su parte, comentó que el PP "ha de hacer un pequeño esfuerzo y ceder un poco para que haya acuerdo". Los puntos conflictivos son la definición del valenciano, la posible adaptación y modernización de las Normas de Castellón de 1932 y la creación por ley del órgano normativo que regule el uso de la lengua. Respecto a este último punto, la izquierda quiere tener la total seguridad de que sus componentes proceden al menos en dos terceras partes de la Universidad, con lo que se garantizaría una forma de actuar sujeta a los postulados científicos y académicos. También existen discrepancias en torno al nombre de este nuevo organismo. Una vez asumida pragmáticamente la fórmula de la perífrasis en relación a la definición del valenciano, la inclusión del término occidental, como forma de distinguir los territorios de la antigua Corona de Aragón que hablaban catalán, y la referencia a la sentencia del Tribunal Constitucional, que permitía el uso de lengua catalana en el ámbito académico, además de cada una de las palabras que integran el enunciado, son los principales polos de discusión.

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