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La celebración del éxito en el Mundial saca a la superficie los deseos de cambio en Irán

Ángeles Espinosa

Teherán volvió a la calma ayer. La capital y otras ciudades iraníes recuperaron a lo largo de la mañana su bullicio habitual tras una larga noche de celebraciones. La hora punta se retrasó al menos un par de horas y fueron cientos los iraníes que llegaron tarde al trabajo. En muchas oficinas se celebró con dulces y frutas el triunfo futbolístico de Irán sobre Estados Unidos. Más allá de esa satisfacción poco indicaba sin embargo que la mayoría de ellos habían estado de juerga hasta la madrugada transgrediendo buena parte de las estrictas normas morales de su país.

«Me fui a casa a las tres porque esta mañana tenía que venir temprano a la tienda», se disculpa el encargado de un comercio de pistachos, sin esconder que no le hubiera importado prolongar la fiesta. Shodi, una estudiante que prepara el ingreso en la universidad, sí que lo hizo y llegó a su casa a las cinco. «¿Puedes creerlo? ¿En Irán?», repetía una y otra vez como si todo hubiese sido un sueño.En la oficina de Hamide todo el mundo llegó tarde, empezando por el jefe. «Nos ha traído pasteles, tal como había prometido si ganaba Irán», cuenta aún soñolienta esta joven traductora. No fue el único en pagar la apuesta. El restaurante de la plaza Vali-e Asr que había prometido chola kebab (cordero con arroz) a mitad de precio, se veía desbordado a mediodía.

Incluso la comedida televisión estatal (en manos de los conservadores) se veía arrastrada por los acontecimientos. En el telediario de las dos de la tarde, la primera cadena ofreció sin comentarios cinco minutos de imágenes de la fiesta popular. Por descontado, los principales periódicos abrieron ayer sus primeras páginas con el triunfo de la selección nacional, por delante incluso de la destitución del ministro del Interior en el Parlamento.

«Ha sido más sonada que la del pasado noviembre cuando Irán se clasificó para el mundial», asegura un extranjero que ha estado presente en ambas ocasiones. «No sabría decir si ha habido más gente, pero desde luego estaban más desatados y, como de alguna forma se intuía, se habían preparado con trompetas, sprays y petardos, de forma que resultó más ruidosa», explica.

Pero no todos parecen compartir la alegría o, cuando menos, la forma de expresarla. Conscientes de los deseos de cambio que subyace bajo estas demostraciones públicas de entusiasmo, los ultraconservadores se han apresurado a poner los puntos sobre las íes y esta mañana en numerosos barrios de la capital iraní aparecieron nuevas pintadas contra Estados Unidos.

Guiño de Washington

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La coincidencia del encuentro deportivo con un guiño de Washington a las autoridades de la República Islámica ha reabierto el debate sobre la conveniencia o no de un acercamiento al Gran Satán de la Revolución Islámica. «En realidad es un asunto sobre el que la cúpula del régimen hace ya tiempo que se ha puesto de acuerdo y de hecho los primeros gestos se produjeron a principios de los noventa con el presidente (Alí Akbar Hachemí) Rafsanyani», señala un observador occidental. «Fue Estados Unidos con su desacompasado embargo y la ley D'Amato quien frustró el acercamiento», añade la fuente.Con todo, las susceptibilidades latentes y la existencia de núcleos del régimen contrarios a esa eventualidad (bazar, clérigos y gran parte del funcionariado), exigen andarse con pies de plomo. «Hay quienes piensan que va a beneficiar a nuestra economía, pero es porque no conocen su estructura», señala al respecto Ahmad Tavakoli, director del diario conservador Fardá, economista y ex portavoz del Gobierno. En su opinión, los problemas económicos iraníes tienen un origen interno y no se van a arreglar desde fuera. Aún así admite que «no es imposible superar las diferencias, sólo que aún tiene un precio muy alto».

Ésa es también la postura oficial. Sim embargo, desde algunas instancias se ha empezado a trabajar para preparar el camino. La vía deportiva puede ser el principio de una normalización por la que el propio presidente, el moderado Mohamed Jatamí, ya ha apostado en los terrenos social y cultural.

Su traducción política y económica llevará más tiempo y dependerá de cómo evolucionen las propias fuerzas políticas dentro del país. «Inevitablemente en Irán todos los problemas se interiorizan», advierte un residente europeo que recuerda la advertencia del fallecido y venerado imam Jomeini: «Mientras Estados Unidos nos critique es que estamos en el buen camino, lo contrario sería una señal de alarma».

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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