El ataque al gendarme levanta una ola de indignación en Francia y Alemania
La salvaje agresión al gendarme francés en Lens levantó ayer una ola de indignación en Francia y un sentimiento de vergüenza generalizada entre los responsables políticos y los directivos del fútbol alemán. El primer ministro francés, Lionel Jospin, llamó "cobardes" a los hooligans alemanes y el ministro de Interior, Jean-Pierre Chevénement, dijo que quienes actuaron el domingo por la tarde en Lens eran "fascistas", encuadrados en comandos de violencia callejera muy bien organizados a través de teléfonos móviles. El estado del gendarme es grave y algunas de sus lesiones son "irreversibles".
Mientras el presidente Jacques Chirac proclamaba su condena a las "violencias inaceptables y dramáticas", la reunión del Comité Organizador del Mundial, convocada urgentemente para analizar los hechos, mostró, además de una larga serie de rostros atribulados, entre ellos los de Michel Platini y de Jacques Lambert, las lágrimas de Ediduis Braum, el presidente de la Federación Alemana de Fútbol.En Alemania, el clima de consternación llegó al punto de desatar el rumor, infundado, que daba cuenta de la retirada de la selección alemana de la competición. "Vergüenza" y "firmeza", fueron las palabras que más repitieron ayer tanto los políticos como los editorialistas alemanes. El canciller Helmut Kohl dijo que la agresión del domingo por la tarde en Lens "es una auténtica vergüenza para Alemania" y que los tribunales tanto franceses como alemanes deben reaccionar rápida y firmemente para acabar con "este vandalismo moderno". La condena al hooliganismo y la solicitud de severidad en el castigo fue reiterada por Leni Fischer, el presidente de la Asamblea del Consejo de Europa, reunido en Estrasburgo.
El gendarme Daniel Nivel, de 43 años, padre de dos hijos, continúa en coma y su estado es tan crítico que los médicos descartan por el momento someterle a una intervención quirúrgica. Su presunto agresor, Marcus Warnecke, de 27 años, natural de Hanover (Baja Sajonia), se ha hecho con un nombre propio en el largo historial de hazañas de los hooligans, pero no es probable que llegue a disfrutar verdaderamente de la notoriedad alcanzada. Tras interrogarle en la comisaría de Lens durante la tarde y noche del domingo y a lo largo del día de ayer, la policía francesa dijo estar convencida de que él es uno de los que atacaron al agente que, descolgado de sus compañeros, ayudaba a dirigir el tráfico de los autobuses alemanes. El sospechoso, que ha sido identificado por varios testigos, presentaba en el momento de su detención un elevado grado de alcoholemia.
Los agentes franceses, que tratan ahora de localizar al resto del grupo, han pedido a sus colegas alemanes que investiguen posibles conexiones del detenido con las bandas de neonazis. De los 96 hinchas alemanes arrestados en Lens en las horas posteriores a la agresión, una quincena continuaba anoche en dependencias policiales. Seis más han sido expulsados por el procedimiento de urgencia absoluta. Según los portavoces policiales, la agresión al gendarme no fue sólo fruto de la borrachera o de las ganas de gresca de unos simples aficionados fuera de sí, sino más bien el resultado de una acción premeditada llevada a cabo por grupos ideologizados y estructurados que utilizan a la multitud como pantalla de sus ataques. Aunque la policía alemana ya advirtió días atrás de la posible llegada a Lens de algunos de estos grupos, sus colegas franceses no llegaron a detectar su presencia hasta después de consumado el ataque. "Sean de donde sean y esto es igualmente válido para los nuestros, estos bravucones", dijo Lionel Jospin, "se caracterizan por regla general por su cobardía. Nunca actúan uno contra uno, es la vieja historia y lo que tenemos que hacer es hacerles frente", añadió el primer ministro francés.
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