Cataluña, entre la ley y el embudo
La experiencia catalana arroja alguna luz en el proceso. La pretensión de crear un Comite Olímpico Catalán (ahora contemplado en la ley vasca), antes de las Olimpiadas de Barcelona, tropezó con el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que lo negaba atendiendo a sentencias anteriores del Tribunal Constitucional reclamando la competencia internacional para el Estado español. Cataluña apostó entonces por la Unión de Federaciones catalanas (ahora creadas en la ley vasca) como impulsora de la presencia internacional de la autonomía catalana. Cataluña, según manifiesta David Moner, presidente de la Unión, "trabaja por un movimiento que se apoye en la Asamblea de Regiones para tratar de ir modificando la actual relación internacional, dando mayor protagonismo a éstas en detrimento de los Estados. En ese sentido se perciben intereses similares en Italia y Alemania", afirmó. La independencia federativa se entiende en Cataluña como la posibilidad o no de inscribirse en la federación Española, en vez de formar parte de la misma. Un eufemismo con algunas singularidades jurídicas. La ley vasca del Deporte resume en buena medida la experiencia legislativa y organizativa catalana, aunque va más allá, en lo que puede considerarse un efecto bumerán. Temor a la "loapilla" Los partidos independentistas catalanes ERC y PI han reclamado de Pujol que se sume a la iniciativa vasca, lo que ha obligado al presidente de la Generalitat a señalar que la normativa de Euskadi "ya está contemplada en la legislación catalana de 1988" aunque será dificil que puedan crearse selecciones catalanas "por el doble embudo del Gobierno y la federaciones". Pujol pide, sin embargo, comprensión del Gobierno central con la ley vasca y se muestra más preocupado con la nueva ley española del Deporte, de la que teme que se convierta en una loapilla. Euskadi y Cataluña comparten pues, con la matices verbales o sensibles, la misma ley y los mismos obstáculos
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