_
_
_
_
Tribuna:NOSOTROS, A LO NUESTRO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Amor, odio y silla eléctrica

Como suele decirse, hay gente para todo. Incluso hay gente a la que le gusta sentarse en una silla eléctrica para experimentar, en un parque de atracciones y sin miedo a palmarla (aunque nunca se sabe, Dios mediante y con tanto trabajador interino), el asesinato legal que es la pena de muerte. Fíjense si hay gente: el ex policía que conduce un programa repugnante en TVE (siempre hay un ex policía haciendo eso mismo en TVE, cosa genética, creo) le preguntó al niño políglota al que estaba entrevistando que por qué no hablaba "egipcio" como hablan los egipcios, confundiendo la escritura jeroglífica con el árabe de Omar Shariff.Gracias al diario de Linda Eastman, esposa de Paul McCartney recientemente fallecida, sabemos que la dama empleó los últimos tiempos de su vida en luchar contra el cáncer y a favor del vegetarianismo, su gran cruzada (un día de Acción de Gracias indultó a un pavo, que hoy languidece, envejecido, visitando cada aniversario las tumbas de sus contemporáneos). Linda estaba intentando convencer a sus gatos para que comieran verduritas, y se hallaba a punto de conseguirlo (como había hecho con sus perros: sabido es que son más dóciles) cuando la Parca truncó su misión. Me pregunto si los felinos celebraron el óbito con una sobredosis de Friskies. ¿O la mataron ellos y se la comieron, y de ahí las circunstancias sospechosas que, a decir de muchos, rodearon el evento? No puedo evitarlo, sospecho. Sospecho.

Porque, entre que hay gente muy rara y que flotan en el aire los complots cual lapos, una recela prácticamente de todo. Por ejemplo, ¿además de ser el Tribunal Supremo una sucursal sometida a sevicias y sobornos de esta santa casa, hállase también involucrado en la conspiración de la hostelería? Si se fijan, gracias al Supremo, los restauradores empezaron a forrarse con las cenas de homenaje al pobre Barrionuevo, y en un par de días van a hacer lo propio con las que la Peña del Coágulo ofrecerá al pobre juez Gómez. Semejante actividad gastronómica resarcirá al sufrido gremio de lo que el Mundial le perjudica. Eso sin tener en cuenta la inestimable aportación del vicepresidente Carrero Cascos, con su manía destitutoria, que yo creo que la adquirió el otro día en el Midia. Cada destitución igual a una cena, mínimo, y luego igual se van de putas, lo que ayudaría muchísimo a la emigración que ha tenido que prostituirse.

Antes de pasar a contárselo deseo hacer una digresión. Pues si convertimos al Supremo en benefactor de la humanidad que vive de los restaurantes, ¿qué no debemos hacer con los Porcelanosa, esos Guggenheim, esos Rockefeller de la filantropía alicatada? Sin ellos, especies perfectamente innecesarias se encontrarían en trance de extinción. Sus últimos protegidos son Mar Flores y Cayetano Martínez de Irujo, la repareja recién reformada. Por Cayetano hacia Liria, y mañana, todo es factible, a embaldosar el Prado.

Vuelvo al Midia, que es uno de esos acontecimientos que reúnen en un solar o palacio de congresos a lo más florido de cada especialidad, dedicado al mercado audiovisual español e iberoamericano. Allí, Carrero Cascos fue investido con una capa virtual y seguro que le dio un algo, porque, al poco, no sólo Sergio Marqués se ha ido a tomar por saco, sino que, simultáneamente, José María Aznar parece haberse convertido en ectoplasma. Hace unos días que yo, a mi Jose, me lo toco y no me lo noto. Como si, sabiendo esta vez que no sabe qué decir, hallárase escondido, camuflado, diluido, biodegradado.

A éstos les gusta mucho ponerse cosas: togas, capas, birretes. Algunos pueden hacerlo, no digo que no, pero otros, cuya genética puede alterarse en contacto con elementos extraños, deberían andarse con cuidado. Tome ejemplo Carrero Cascos de su co / vicepresidente Carrero Rato, cuya templanza es posible que se deba a que no se deja atrapar por ardides con apariencia de prenda. Ahora que lo pienso, los dos son como las dos manos de Robert Mitchum en La noche del cazador: Amor y Odio, pues Rato ama y baja los impuestos, mientras Cascos odia y destituye. Ahora que lo pienso, madre, qué miedo. En general.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_