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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Esta vez va en serio

LA COMUNIDAD internacional ha dirigido, a través de la OTAN y del Grupo de Contacto, que ayer se reunió en Londres, un ultimátum a Milosevic para que detenga la guerra y la represión en Kosovo. Por si le cabía alguna duda al presidente yugoslavo, la OTAN tiene previsto iniciar maniobras aéreas con fuego real en los cielos de Bosnia y Albania mañana mismo, para condicionar la entrevista del lunes en Moscú, entre Yeltsin y Milosevic. Este encuentro se presenta como un punto de no retorno hacia el castigo para los serbios o hacia la negociación para detener el conflicto y estabilizar la zona.Tras dejarse torear por Milosevic durante semanas, la comunidad internacional parece ahora unida y dispuesta a pararle los pies al dictador serbio. La única excepción sigue siendo Rusia, que se resiste a una intervención militar, al menos antes de que se le dé a Moscú la oportunidad de tratar de convencer a Milosevic, y que en todo caso exige una autorización expresa del Consejo de Seguridad para cualquier intervención. Pero las declaraciones de ayer de la OTAN y el Grupo de Contacto van en la dirección adecuada.

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Los países de este Grupo (EE UU, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, además de Rusia), la UE y la OTAN han esgrimido algo más que amenazas graduadas. Están elaborando una estrategia similar a la que, tras bombardear posiciones serbias, llevó a las negociaciones de Dayton sobre Bosnia en 1995, sólo que ahora se pretende cubrir esos trechos en semanas, y no en meses o años. Naturalmente, sería mejor que funcionase la persuasión y no llevar a cabo medidas militares punitivas. Pero si Milosevic no atiende a razones, es más que probable que el cielo se le caiga encima.

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Si cede y deja de acosar a los kosovares albaneses, habrá que propiciar un acercamiento entre las partes. Están tan alejadas que se requerirá el efecto catalítico de un mediador y, probablemente, pensar también en un régimen provisional para Kosovo sobre la base de la autonomía de que gozaba en 1989, como ha sugerido Felipe González. Aunque el ex presidente español no puede ser ese facilitador, dada la animosidad que despierta en Milosevic, tal iniciativa debería integrarse en la misión internacional que se le encomendó a González para el conjunto de Yugoslavia.

La escalada militar que puede emprender la OTAN va desde la suspensión de los vuelos civiles a Serbia a maniobras aéreas con fuego real, hasta bombardeos y, como último escalón, el envío de tropas a Kosovo. Pero la comunidad internacional tiene también claros los límites políticos de su presión: preservar la integridad territorial de la nueva Yugoslavia. Esto es, no amparar la independencia de Kosovo, pero sí su autonomía, evitar a la vez el crecimiento del separatismo violento kosovar y asegurar el regreso de los refugiados. Parece que esta vez va en serio.

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