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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Terra Mítica

Soy una madre cuya hija va al Colegio Público Cervantes, visitado por el presidente Zaplana el 5 de junio. Me gustaría saber cómo es posible que con la excusa medioambiental se haga propaganda de una empresa privada (Terra Mítica) en un centro de enseñanza público, nada menos que con la presencia del presidente de la Comunidad Valenciana. Comentándolo con otras madres y padres, nos quedamos alucinados.- . .

Guadalest

Soy un regular visitante de la pequeña localidad alicantina del Castell de Guadalest, uno de los miles que se queda maravillado cuando entra en un ambiente de paredes, suelos y techos de roca... Soy uno entre muchos que lentamente se ha enamorado de Guadalest, pero uno entre pocos que se indigna. Hace poco visité el flamante museo de la Casa de los Orduña. Mi primer sinsabor lo noté al no poder leer en su interior ningún cartel ni indicación en valenciano, claro, pues los orígenes de Guadalest están más arraigados a la cultura castellana que a la de la Corona de Aragón. Y luego, sabido ya de la mencionada desaparición de incalculable valor histórico, me exaltó saber ¡qué se ha denunciado pasados cuatro años! Pueblo de Guadalest, ¿tan poco carácter solidario y luchador tienes? O, ¿tal vez es que se te ha olvidado? La obcecación por el dinero te desinhibe y borra el sentimiento propio de algo que no se debe perder jamás, el sentimiento de ser pueblo; y con todo ello decepcionas incluso a tus más estimados y asiduos visitantes.- .

Fogueres

El contenido de este escrito no tiene, ni lo pretende, la más mínima actualidad. Lo he podido escribir hoy, ayer, o hace cinco años, y no trata más que de algo que se repite todos los años. Las fiestas.Aparte de la fiesta que cada cual lleve, está la fiesta oficial, la del Estado. Yo me alineo en el grupo de los detractores de esta fiesta. Es difícil encontrar una idea política tan perversa como la de que el Estado subvencione una fiesta popular. Los avatares estéticos de esta fiesta oficial no me seducen. Ni los grupos escultóricos de cartón piedra perpetuamente anclados en una estética cómic del mal gusto, ni la cena con champán y trajes regionales con petardos. El solsticio de verano (y el de invierno) tienen tirón suficiente en nuestros ancestros culturales. No necesito los modelitos tradicionales ni las aportaciones bien intencionadas de presidentes y concejales. Así pues, vaya por delante mi voto contrario a la celebración oficial. Que el Ayuntamiento se limite a colaborar en aquellos aspectos que le demandan los ciudadanos, pero teniendo en cuenta que la esencia misma de la fiesta es la de una pactada subversión de los valores sociales establecidos el resto del año.- . .

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