Líos en casa
AYER FUERON destituidos los dos portavoces del Grupo Popular en la Junta General del Principado. Se trata del último episodio de la no explicada crisis del PP en esa comunidad. Las cinco supuestas discrepancias del Gobierno regional con la Administración central, tal como las expuso el secretario general del partido, Francisco Álvarez-Cascos, son menores: claramente insuficientes para justificar la destemplada operación de acoso y derribo contra el presidente de la comunidad, Sergio Marqués. Máxime cuando el PP local se pasó 12 años acusando a los sucesivos Gobiernos socialistas de Asturias de «sumisión» a Felipe González y de «sucursalismo». El presidente regional del partido, Isidro Fernández Rozada -aliado con Álvarez Cascos en la operación contra Marqués-, fue entonces uno de los abanderados de aquel discurso, al igual que Sergio Marqués. Pero éste parece ser el único que ahora lo mantiene.La supuesta indisciplina de Marqués tampoco ha sido argumentada, y en todo caso llama la atención el contraste entre esa acusación y la pasividad frente a los públicos y manifiestos desplantes del alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, alineado con Álvarez Cascos en esta crisis, y que se caracterizó en el pasado por arremeter contra el presidente regional del PP y más recientemente por lanzar graves acusaciones y descalificaciones contra Marqués. Éste mantuvo entonces una actitud discreta y prudente, por más que Álvarez Cascos diga ahora que es el presidente de la comunidad quien ha atacado al alcalde de Oviedo. Precisamente por la posición institucional de Sergio Marqués, el PP debe una explicación no sólo a los militantes de ese partido, sino a todos los ciudadanos. Si hay algún motivo para la bronca, que se diga claramente cuál es, y si no se es capaz de explicar tales motivos, que cese la persecución.
Porque mientras no se ofrezca información más precisa, la única evidencia disponible es que estamos, primero, ante una concepción ultraleninista de la política, en virtud de la cual quien gobierna es el verdadero partido del verdadero pueblo, debiendo limitarse los cargos electos a obedecer; segundo, ante un enfrentamiento personalista entre dos sujetos de carácter acusadamente autoritario, y, tercero, ante una pugna por decidir quién ha de ser el que tenga más mando en la zona. Ni Álvarez Cascos parece dispuesto a tolerar que nadie le haga sombra en una región que considera su propio feudo, ni Fernández Rozada se resigna a un nivel secundario tras la elección de Marqués como presidente del Principado, ni el presidente del Principado está dispuesto a aceptar el papel de comparsa que le pretenden asignar Cascos y Rozada. A ello se añade el desencuentro en el ámbito privado entre Álvarez Cascos y Marqués. Motivos todos ellos, como se ve, de gran empaque ideológico y altura de miras.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Sergio Marqués
- Opinión
- Francisco Álvarez Cascos
- Isidro Fernández Rozada
- Política nacional
- PP
- Principado de Asturias
- Gobierno autonómico
- Comunidades autónomas
- Política municipal
- Política autonómica
- Administración autonómica
- Conflictos políticos
- Gobierno
- España
- Partidos políticos
- Administración Estado
- Política
- Administración pública