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El Partido Popular Europeo excluye al grupo de Berlusconi

El grupo parlamentario del Partido Popular Europeo (PPE) en el Parlamento Europeo aceptó ayer acoger en su grupo a 20 eurodiputados de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi. Aún así ese partido seguirá fuera de la gran formación democristiana europea. Esa es la solución adoptada ayer para contentar a Berlusconi y a sus dos padrinos políticos en esta maniobra, Helmut Kohl y José María Aznar, sin que la afrenta acabara provocando la deserción del presidente del Gobierno italiano, Romano Prodi, de las filas del PPE.

«La sintonía de Berlusconi con el partido aún no es suficiente para permitir su ingreso», reconocieron fuentes del Partido Popular español, promotor de la operación.La entrada de 20 de los 24 eurodiputados de Forza Italia en el PPE fue refrendada ayer de forma individual y aceptada con una proporción de 2,5 votos a favor por cada uno en contra. Un resultado que refleja una notable contestación en el seno del PPE. Este grupo contará ahora con 200 escaños, lejos aún de los 214 del Partido Socialista Europeo.

El acercamiento de Silvio Berlusconi a los democristianos europeos es una operación política con lecturas tanto en clave italiana como europea. De entrada, significa que el PPE es un paraguas bajo el que se refugian tanto el primer ministro como el líder de la oposición italiana. El primero, Prodi, como jefe de Gobierno próximo a un partido sí integrado en el PPE, el Partido Popular Italiano (PPI) que dirige Franco Marini, será el único entre ambos con derecho a asistir a las cumbres populares.

En clave europea significa una apuesta de Kohl por asegurarse una política más moderada y europeísta del magnate en el caso de que recuperara el Gobierno en Italia. Algo ya no tan impensable desde el sorprendente triunfo de la derecha en las recientes elecciones locales. Kohl ya sabe que con Prodi al frente, Italia tiene un Gobierno moderado que acata la disciplina presupuestaria europea defendida por Alemania a capa y espada. Pero ese no era el caso en tiempos de Berlusconi y su ingreso en la órbita del PPE lo puede facilitar.

En el caso de Aznar es un arriesgado cambio de pareja: el divorcio con Prodi y el inicio de un noviazgo con Berlusconi. Una apuesta que puede salirle mal si el actual jefe del Ejecutivo, que nunca ha perdonado anteriores agravios de Aznar, mantiene el poder.

Para Berlusconi es un intento de acaparar el centro político italiano, disgregado en mil pequeños partidos herederos del voto de la difunta Democracia Cristiana.

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