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EL JUICIO POR EL 'CASO MAREY'

Barrionuevo niega todo y asegura que el juicio de Marey es "un sucio ajuste de cuentas político"

"Fue una pura invención". El ex ministro del Interior José Barrionuevo condensó ayer en esta frase su respuesta a todas las imputaciones que han formulado contra él los demás acusados por el secuestro de Segundo Marey, singularmente Julián Sancristóbal, y a los que, dijo, "se ha perseguido inmerecidamente". Barrionuevo sostuvo que durante su mandato nunca dio ninguna orden ni consintió o autorizó ninguna acción ilegal, y las intervenciones en el sur de Francia se limitaron a la acción política y diplomática. Detrás de este juicio está, dijo, "un sucio ajuste de cuentas político".

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Barrionuevo declaró en el Tribunal Supremo en su tono habitual, mitad arrogante y mitad lastimero, buscando parecer convincente pero sin dejar de contestar con ironía o con contundencia a la batería de sarcasmos que desplegaron los letrados. Encerrado en sus versión de la "fabulación" de los demás procesados para incriminarle -Julián Sancristóbal, ex gobernador civil de Vizcaya, asegura que el ex ministro autorizó el secuestro de Marey-, consiguió mantener a raya a las acusaciones y a los defensores de los procesados confesos -que le buscaron los flancos con igual o más ahínco que los acusadores- y sostuvo una sorda pugna con el fiscal José María Luzón, que hizo gala de una ironía menos sutil que en las jornadas precedentes.En distintos momentos, el ex ministro del Interior utilizó latiguillos dirigidos a las "acusaciones populares tan profesionalizadas", al "instructor de la mayor parte de los sumarios de los GAL", en referencia al juez Baltasar Garzón, o "al periódico que filtra los sumarios secretos", como denominó a El Mundo.

Ante las primeras preguntas del fiscal, Barrionuevo ironizó sobre la supuesta "nota de despacho" del Cesid que anunciaba inminentes acciones de guerra sucia en Francia: "Esa nota", dijo, es un documento fabricado expresamente para este procedimiento". Más tarde la calificaría como "copia burda de documentos de los años 70" que procedía del mismo "fabricante": "Yo no tengo archivos políticos de esos donde se encuentran documentos ad hoc", dijo también en alusión a la versión del hallazgo del documento hecha por el también procesado Ricardo García Damborenea. Tampoco se mostró proclive a detallar una reunión en la sierra de Guadarrama con dirigentes del PSOE: "Fue una reunión secretísima, en la que participaron nuestras mujeres e hijos. Había nevado y fui con mi hijo de cinco años a ver los ciervos en la nieve...".

Barrionuevo eludió en todo momento calificar de "secuestro" el intento de captura del etarra José María Larretxea -dos meses antes del secuestro de Segundo Marey- para averiguar el paradero del capitán del Ejército Alberto Martín Barrios, secuestrado por ETA. "En aquella época tuvimos apremios muy numerosos y graves. Al de Martín Barrios le dedicamos todas la atención que pudimos. En algún momento hubo informes o presunciones de que podía ser asesinado. Seguramente se planteó y seguramente se me dijo. Nunca tuve curiosidad por los detalles de las operaciones policiales. Pero fallida toda la operación, asumí toda la responsabilidad".

El ex ministro reconoció que Rafael Vera, entonces director general de Seguridad, le informó de "un intento a la desesperada", aunque no le tuvo al tanto "de los detalles operativos". La posibilidad de un incidente internacional "no fue mi principal preocupación en esos momentos", replicó a otra ironía de Luzón. Sobre si consultó con el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, contestó que "probablemente sí", pero en cualquier caso, añadió, "el Gobierno español se responsabilizó a través de mí". La tensión del interrogatorio subía. Barrionuevo recordó al fiscal que el intento de secuestro de Larretxea no recibió "ninguna tacha" de la comunidad jurídica, ni hubo protestas de las autoridades francesas.

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