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Los pies de Rodolfo Valentino

Un Julio Iglesias con el reloj humorístico algo pasado de rosca inauguró ayer la Mostra de la Comunidad Valenciana en la Casa Central de los Artistas de Moscú. En una multitudinaria rueda de prensa, el cantante, que tiene un contrato de 375 millones de pesetas para promocionar la región en el extranjero, aseguró entre otras cosas que se parece a Rodolfo Valentino en los pies y que éste era famoso porque comía paella tres veces al día, lo que hace el pelo muy plano y los pies muy curvos y permite hacer el amor con la misma frecuencia. Vestido con el uniforme de costumbre (chaqueta azul, pantalones blancos, camiseta gris y zapatos sin calcetines), Superjulio, tan quemado por el sol o por los rayos UVA como le muestran las revistas del corazón, convirtió el auditorio en que se celebraba la conferencia de prensa en el camarote de los hermanos Marx. No en vano, reconoció que era un comediante. Humor del absurdo, o absurdo sin más, he aquí algunas de las perlas que desgranó: "Mi madre le cantaba a mi padre tres veces al día para que no se escapara de casa"; "pienso volver a vivir a España antes de que me muera"; "recupero fuerzas haciendo el amor después de cada actuación"; "tengo 75 años, pero parece que tengo 45 porque, durante 25, me crié y comí en la Comunidad Valenciana"; "cantaré en valenciano, en castellano, en chino (que es lo que se me da mejor), en coreano y en algún dialecto ruso"; "El embajador me regala cada año por Navidad 500 botellas del mejor vino español. Mi consejo a los rusos es que dejen de comprar vinos franceses e italianos y prueben los nuestros"; "Soy abogado, lo que es casi lo mismo que ser mentiroso (juego de palabras entre los términos ingleses lawyer y liar)". Con tanta salida de madre, no quedó muy claro para los periodistas rusos si hablaba en serio cuando dijo que la calidad de los productos valencianos es única en el mundo, que las gentes de la Comunidad están dotadas de una gran creatividad, que su litoral es bellísimo y que millones de familias rusas pasarán largas temporadas allí en los próximos 10 años. Algo es seguro: que todos los medios de comunicación rusos hablarán estos días algo sobre la Comunidad y mucho sobre Julio, que anoche dio en el gran palacio del Kremlin un concierto para 1.000 niños huérfanos y muchos más funcionarios, empresarios y clientes de las firmas participantes en la muestra. Posteriormente ofrecerá otros dos recitales, ya por libre. El lleno parece asegurado, pese a que los precios oscilan entre las 4.000 y las 60.000 pesetas. El esfuerzo organizativo valenciano, al que ayer por la tarde se sumó el presidente de la Generalitat, Eduarzo Zaplana, ha sido intenso. Más de 120 empresas de moda, muebles, alimentación, iluminación, decoración, construcción, equipamiento, textil, hogar e incluso de ataúdes ofrecen un panorama único de la región con mayor potencial de penetración en Rusia: 26.787 millones de pesetas en ventas durante 1997, un 65% más que el año anterior, y el 22% de las exportaciones españolas al país más grande del planeta, aunque sólo de 147 millones de habitantes. Como aviso a navegantes, valencianos o no de que hacer negocios en Rusia no es sencillo, ahí van dos botones: el pasado sábado fue asesinado, por motivos que se desconocen, el director ruso de la empresa mixta Decor España. Y segundo botón: un montón de maniquíes desnudos reciben a los visitantes de la muestra. Debían estar vestidos con los trajes de la exposición Seda e Indumentaria, sobre la evolución de la ropa y el textil valencianos, pero problemas burocráticos con la aduana rusa retuvieron el envío hasta ayer mismo. Unas cadenas destinadas a colgar algunas de las piezas estuvieron a punto de provocar una acusación de contrabando. Peor suerte corrieron algunos jamones y cañas de embutido, de los que nunca más se supo. Cosas de Rusia.

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