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Las dos caras del agua

Aunque 1997 fue el segundo año húmedo consecutivo tras un prolongado periodo de sequía, desde el punto de vista meteorológico registró numerosas anomalías, de las que da cuenta el informe sobre la situación del medio ambiente en Andalucía presentado la pasada semana. Las lluvias volvieron a superar, como en 1996, los índices considerados normales, destacando el caso de la provincia de Córdoba donde las precipitaciones superaron en un 74% los valores medios registrados en el periodo 1961-1990. Las temperaturas fueron inusualmente altas durante invierno y primavera, mientras que el verano fue muy suave. La media del ejercicio lo convirtió en el más caluroso de los últimos 38 años. A juicio de la Consejería de Medio Ambiente, las lluvias de los dos últimos años sirvieron para que se recargaran los acuíferos, muy mermados por la sequía, y permitieron que el subsuelo alcanzara el nivel de humedad suficiente para garantizar la supervivencia de la vegetación y hacer viable la repoblación. El impacto de los incendios forestales también disminuyó como consecuencia de estas favorables condiciones, unidas a la efectividad del plan Infoca. Durante 1997 se registraron 677 incendios (en 1995 se anotaron más de 1.500), de los cuales 517 fueron conatos (siniestros que afectaron a menos de una hectárea). En total, el fuego causó daños en más de 2.400 hectáreas. En el capítulo dedicado a los incendios forestales el dato que más preocupa es el elevado índice de siniestros intencionados, ya que el pasado año sumaron un 33% y, además, destaca el informe, "la superficie quemada por los mismos es del 49,4%, lo que acentúa la gravedad de la intencionalidad". Y esto a pesar de que Guardia Civil y policía autonómica detuvieron a 62 personas implicadas en algunos de estos siniestros. Los beneficios Los beneficios de la lluvia se vieron ensombrecidos por las elevadas pérdidas de suelo en numerosas comarcas por las intensas precipitaciones. Si en 1991, sólo un 13% de la superficie regional sufría pérdidas muy elevadas de suelo (más de 100 toneladas por hectárea y año), a comienzos de 1997 este porcentaje se había elevado hasta superar el 30%. Comparativamente, la erosión aumentó en el sur de la región (vertiente mediterránea) y en el centro (campiñas de Córdoba, Jaén y Cádiz). Por provincias, se registraron "fortísimas pérdidas de suelo en Cádiz, Granada y Málaga". Sólo en esta última, la superficie afectada por pérdidas superiores a 200 toneladas por hectárea y año rozó el 43%. De nuevo como contribución favorable, las lluvias ayudaron a mejorar la calidad del aire. En general, los niveles de contaminación atmosférica disminuyeron con respecto a los medidos en 1996. La red de vigilancia (57 estaciones de control en 28 municipios) detectó una menor presencia de sustancias como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, así como las partículas en suspensión. A pesar de todo, el número de días en los que la calidad del aire fue considerada mala (en diferentes puntos y por distintos motivos) aumentó en relación al balance de 1996 (15 frente a 5). Los episodios así calificados se localizaron en la Escuela de Hostelería de San Roque (Cádiz), donde el dióxido de nitrógeno alcanzó niveles preocupante en seis jornadas; en el Economato, también en San Roque, donde la misma sustancia provocó un día malo; en Motril (Granada), un solo día y debido al ozono; en la estación situada en Manuel Lois (Huelva) fueron dos los días malos por la alta incidencia del dióxido de nitrógeno, y en Sevilla, la estación de Torneo registró cinco días malos debidos al ozono. Esta última sustancia, muy frecuente en medios urbanos, se concentra a escasa altura y está originada por las modificaciones que sufren algunos contaminantes ante la luz solar. En todas las capitales andaluzas se registraron, en algún momento de 1997, concentraciones de ozono por encima del umbral de protección a la salud. Teniendo en cuenta los contaminantes más frecuentes, las estaciones que acumularon un mayor número de días donde la calidad del aire obtuvo la calificación de mala o regular fueron las de San José (Cádiz capital, 108 días), Pozo Dulce (Huelva capital, 108 días), Motril (93 días) y Siderúrgica (Alcalá de Guadaira, Sevilla, 86 días).

Agricultura de futuro

En el análisis de los diferentes sectores productivos, el informe sobre la situación del medio ambiente andaluz en 1997 anota el imparable crecimiento de la agricultura ecológica en Andalucía, fenómeno que también se está registrando en otras comunidades autónomas. Si en 1996 la extensión de este tipo de cultivos sumaba algo más de 100.000 hectáreas en toda España, el pasado año se rebasaron las 150.000. En la comunidad andaluza se pasó de 20.000 hectáreas a más de 32.000, lo que supone un aumento del 60 %. Por tipos de cultivo, estas prácticas se concentran, sobre todo, en dehesas (13.000 hectáreas), olivar (11.000 hectáreas), frutales en secano (4.000 hectáreas) y herbáceas en secano (casi 2.000 hectáreas). El número de industrias que descartan el uso de agentes químicos en el tratamientos de productos vegetales o animales procedentes de estas explotaciones creció de 37 a 44, destacando las dedicadas a la manipulación y envasado de productos hortofrutícolas (16), almazaras de aceite de oliva virgen (7) y las de panadería, confituras y mermeladas (7). La agricultura tradicional, por contra, siguió demandando elevadas cantidades de fertilizantes y productos fitosanitarios. De los primeros se consumieron en 1996 más de un millón de toneladas, frente a las poco más de 700.000 utilizadas el año anterior. En el caso concreto de los fertilizantes nitrogenados, cuyo abuso generó el pasado año importantes episodios de contaminación de acuíferos que repercutieron en el abastecimiento de agua potable a numerosos municipios, el consumo creció en más de un 40 %, pasando de 162.000 toneladas a más de 288.000.

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