Larry Towell muestra sus imágenes literarias
El fotógrafo expone 100 obras en Madrid
Larry Towell (Chatman, Ontario, 1953) es ante todo conocido como fotógrafo de Magnum y por haber ganado uno de los más importantes premios mundiales de fotoperiodismo, concretamente el World Press Photo en el año 1993, con una instantánea sobre la Intifada. También es famoso por los reportajes realizados para esta agencia en conflictos históricos del fin de siglo, como los de El Salvador, Gaza o Nicaragua. Pero Towell es en realidad un poeta de la imagen. Una exposición, que se presenta hasta el día 14 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y ha sido producida en colaboración con la Fundación Caixa de Galicia, resume en 100 fotos lo más importante de su producción.
El auténtico perfil de Larry Towell es el de un reportero capaz de destruir con su trayectoria biográfica la leyenda peliculera de muchos de sus colegas. Cuando ingresó en Magnum -entonces le chocaba el exceso de organización jerárquica que la agencia mantiene aún a finales de siglo- superó un férreo examen en el que aportó, paradójicamente, toda una serie de credenciales saturadas de la visión poética de lo que le era más cercano, su familia.Towell es un poeta, un literato de la imagen, que ha sabido trasladar esta atmósfera de lo íntimo al registro de las bestialidades más grandes que haya sido capaz de producir un ser humano con la única intención de hacernos más digerible su comunicación.
Captó la guerra de Centroamérica desde la óptica de los civiles -a los que parecía colocar, como si de unas gafas se tratara, el objetivo de su cámara en la pupila de sus ojos- porque ellos fueron sus auténticas víctimas. Era, en cierta medida, el toque que dio su prestigio a Magnum.
Pobreza absoluta
En sus comienzos, tras haber realizado estudios de artes visuales en la Universidad canadiense de Toronto, donde participó en un curso de fotografía que duró sólo un mes, viajó en calidad de voluntario a la ciudad india de Calcuta, alistándose en la comunidad de la madre Teresa.Allí tomó conciencia de que tenía un lugar en el mundo como fotógrafo. Después vivió durante casi tres años en la pobreza más absoluta «y en el virtual aislamiento de una lancha de fabricación casera, comiendo sólo zanahorias, harina de avena y pescado, y escribiendo poesía», según escribió Candida Crewe en la publicación The Times al describir la trayectoria del fotógrafo.
Para este autor de imágenes evocadoras -que piensa que «la tierra hace a las personas lo que son, y cuando éstas la pierden, pierden su identidad»- el blanco y negro tiene una «latitud individualista, un espacio para que el fotógrafo se mueva y muchas posibilidades poéticas».
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