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Maeso proclama su inocencia ante el juez en un interrogatorio de cuatro horas y media

Juan Maeso, el anestesista responsabilizado por la Consejería de Sanidad del brote de hepatitis C localizado en dos hospitales de Valencia, proclamó su inocencia. Así lo reiteró ayer, una y otra vez, durante las cerca de cuatro horas y media de su declaración ante el juez, el fiscal y los letrados de las 21 acusaciones personadas en la causa abierta en el Juzgado de Instrucción número 5 de Valencia. El médico, único imputado en el caso, negó haber consumido opiáceos y destacó su profesionalidad, aunque no supo explicar su supuesta relación con al menos 95 casos de contagio.

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Maeso, según varios de los abogados de las partes personadas en la causa, estuvo sereno, tranquilo y, siempre dentro de su línea argumental, coherente. Nunca dudó, mucho menos dejo entrever asomo alguno de derrumbamiento a lo largo de las cuatro horas y media de su declaración, en la que contestó una larga batería de preguntas del instructor del caso, del fiscal encargado del mismo y de los abogados de las 21 partes personadas en la causa para ejercer la acusación. En su larga declaración manifestó por activa y por pasiva su inocencia hasta el punto de presentarse como una víctima más del contagio, aunque no ofreció explicacion alguna sobre los indicios -los análisis de la Consejería de Sanidad apuntan que Maeso podría estar relacionado con un centenar de infecciones- que revelarían su vinculación con el contagio, centrado en la clínica Casa de Salud, un centro privado, y el Hospital La Fe, de carácter público. El anestesista aseguró que nunca utilizó una jeringuilla o cualquier otro instrumento médico previamente usado por él para anestesiar a sus pacientes. Incluso fue más lejos al resaltar que su hoja de servicios está inmaculada, es intachable. "No es que nunca haya sido culpable de cualquier práctica irregular, es que a lo largo de mi dilatada carrera sólo he recibido felicitaciones", aseguró Maeso, siempre según varios de los abogados presentes en su declaración. El facultativo no entró a comentar la decisión de la consejería de apartarle de su puesto de trabajo, pero destacó que nunca había sido expedientado o amonestado en los centros sanitarios en los que había trabajado, incluido el Hospitar Militar de Mislata, una localidad de L"Horta muy cercana a Valencia. Es más, subrayó, sin dudar, que nunca ha estado de "baja laboral". PASA A LA PÁGINA 3

El anestesista imputado contradice a Farnós al asegurar que nunca ha consumido opiáceos

VIENE DE LA PÁGINA 1 Juan Maeso estuvo contundente a la hora de repetir hasta la saciedad que ni es consumidor ni ha consumido nunca opiáceos ni cualquier otro tipo de drogas, en contra de la afirmación en ese sentido que realizó el consejero de Sanidad, Joaquín Farnós. Es más, Maeso aseguró que recientemente se ha sometido a un análisis, realizado en el hospital Arnau de Vilanova de Valencia, que ratifica su aseveración. Sin embargo, el anestesista mostró su más firme negativa a someterse a prueba alguna que pueda demostrar que es portador del virus de la hepatitis C. El juez encargado de la investigación del caso, que ya ha puesto a custodia de la Clínica Médico Forense las muestras de sangre que probarían que está infectado con el virus, advirtió que realizará los requerimientos legales pertinentes para que el médico se someta a las analíticas. Precisamente, Maeso aseguró que sólo tuvo conocimiento de que era portador del virus el 3 de febrero, a raíz de las pruebas a las que se sometió en la Casa de Salud junto con el resto del personal sanitario. El médico, cuyo acceso fue vetado a las instalaciones de la clínica ese mismo día, continuó ejerciendo su profesión hasta el 20 de febrero en el hospital La Fe. Preguntado por esta circunstancia, declaró que no se planteó dejar de intervenir porque otros médicos en su misma situación tampoco lo habían hecho. Actuación correcta El facultativo no se cansó de destacar su profesionalidad, negó radicalmente que incurriera en ninguna práctica médica incorrecta -hizo hincapié en que nunca manipuló ni preparó las anestesias de sus pacientes- y resaltó que durante su larga y dilatada carrera sólo ha recibido parabienes del resto de colegas. Ahora bien, siempre según Maeso, su profesionalidad no estaba reñida con unas maratonianas y a priori agotadoras jornadas de trabajo. El facultativo reconoció que con bastante frecuencia engarzaba su presencia en una guardia con la jornada de trabajo habitual. Fue más lejos al aceptar que, en algunas etapas, llegó a realizar decenas de guardias al mes. Inquirido por el fiscal sobre su desmesurado amor del trabajo, el anestesista, de 56 años, aseguró que nunca utilizó ninguna clase de estimulante. "Aguantaba con la única ayuda del café", dijo Maeso, siempre según las mencionadas fuentes. En esa línea, recordó que sólo se automedicó con calmantes a raíz de un accidente que padeció cuando conducía un automóvil deportivo, y con analgésicos, porque creía que padecía una úlcera. De drogas, nada. Según la declaración de ayer, nunca se ha sometido a tratamiento de desintoxicación alguno. Tampoco ha recurrido al apoyo de ningún psicólogo o psiquiatra. Maeso, que no quiso responder a ninguna de las preguntas de los medios de comunicación apostados a las puertas del juzgado, entró en las dependencias judiciales en la misma situación procesal en la que salió: en libertad provisional sin fianza, por lo que sigue teniendo la obligación de personarse semanalmente ante las autoridades judiciales. El discurso del único imputado en la causa, que respondió a más de un centenar de cuestiones en sus cuatro horas y media de comparecencia, fue sólido. No obstante, su abogada intentó, sin éxito, que la comparecencia fuera aplazada. La letrada del anestesista intentó ganar tiempo para estudiar el voluminoso expediente que maneja el juez -que rechazó su petición- y está a disposición de las partes. A pesar de la templanza del declarante, éste nunca pudo explicar -aunque tampoco tiene la obligación legal de hacerlo- por qué las pruebas realizadas por la Consejería de Sanidad le relacionan con el contagio sufrido por cerca de 100 de sus pacientes. Proclamó su condición de víctima del contagio, justificó su infección por la naturaleza de su profesión, que le obliga a estar en contacto permanente y directo con personas aquejadas de múltiples y variadas enfermedades y aseguró, en varias partes de la declaración, que el brote es, en su opinión, "inexplicable". Sin embargo, en un momento de su intervención, Maeso aseguró que tenía su propia teoría sobre los contagios de hepatitis C, para a continuación añadir que no "es este el momento de exponerla". En este terreno, el juez explicó que ya ha solicitado los correspondientes informes periciales, únicos válidos, desde un punto de vista legal, para tratar de averiguar las causas del contagio masivo. La instrucción del caso continuará con la práctica de nuevas diligencias a instancias del juez o la petición de nuevas pesquisas por parte de las acusaciones personadas en el procedimiento. Mientras, la familia de Juan Maeso remitió ayer un comunicado en el que lamenta el trato dado al anestesista - "como si fuera un criminal"- y el olvido de la "presunción de inocencia" respecto a un facultativo que durante "toda su vida se ha portado como un buen profesional de la medicina".

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