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EL FALSO SECUESTRO DE UN CONCEJAL DEL PP

La fiscalía estudia acusar al concejal del PP Bartolomé Rubia de simular su secuestro

Aurora Intxausti

Todo fue un montaje inventado por él mismo, como sospechaba la policía. Bartolomé Rubia, Bartolín, sólo consiguió engañar a su propio partido, el PP, cuyo presidente en el País Vasco, Carlos Iturgaiz, se apresuró a señalar a ETA como la autora de la presunta desaparición, durante todo el jueves, del joven concejal de La Carolina (Jaén). Bartolomé, de 26 años, cometió varios errores. Uno de ellos fue el de reivindicar a Canal Sur y al Diario Jaén el supuesto secuestro con su propio teléfono móvil. Su rocambolesca historia -asegura que a las 8.45 le abordaron en el garaje un hombre y una mujer y que lo trasladaron adormecido en tren a Irún (Guipúzcoa), donde consiguió escapar- puede costarle caro. La fiscalía estudia acusarle por simulación de secuestro. El edil del PP podría ser condenado a una multa de 6 a 12 meses, a razón de 1.000 pesetas al día.

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Bartolomé Rubia, Bartolín, movilizó con su falso secuestro al Ministerio del Interior, a tres cuerpos policiales -Guardia Municipal de Irún, Ertzaintza y Guardia Civil-, a un equipo médico, a la maquinaria de la Justicia y, sobre todo, a los políticos de su partido, el PP, que estuvieron en danza toda la noche del jueves. Ayer, después de que Bartolín se derrumbara ante la juez, en las sedes del Partido Popular en San Sebastián y Bilbao se hablaba de "prudencia" y se evitaba abordar el asunto. Fuentes de la investigación, sin embargo, admiten que ya desde el primer momento se dudó de la veracidad del secuestro. Las mismas fuentes aseguran que de las diferentes declaraciones prestadas por el concejal cabe deducir cierta inestabilidad psicológica en él, que le habría llevado a inventarse la historia del falso secuestro. "Hay una convicción de que no se trata de una acción de un grupo terrorista, y ni siquiera de un grupo de delincuencia organizada", dijo con nitidez el ministro del Interior, Jaime Mayor.Los recuerdos trágicos que rodearon el secuestro y asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997, y los atentados contra cargos electos de su partido por parte de ETA pudieron influir en Bartolomé Rubia para crear la historia de su desaparición. El edil andaluz llegó a las 22.30 del jueves al bar Torino de Irún y contó nervioso que había sido secuestrado en La Carolina por dos etarras. Debido a la magnitud del suceso, el propietario del establecimiento le trasladó a las dependencias de la policía local.

Ante los agentes, que escucharon con extrañeza su relato, Bartolomé Rubia declaró que había sido capturado en el garaje de su casa y que en tren, con transbordo en la estación de Chamartín y dopado, había sido trasladado en furgoneta hasta un lugar que se encontraba a unos 50 kilómetros de Irún. En la operación participaron, según su versión, hasta seis secuestradores.

Se arrojó por un terraplén

El concejal sostuvo en todo momento que consiguió huir arrojándose por un terraplén, aprovechándose de una fuerte discusión entre sus secuestradores. Mantuvo esta versión durante horas ante los investigadores de la Ertzaintza, donde se presentó con el teléfono móvil y con una cartera sin dinero, y ante el alcalde de Irún, Alberto Buen Lacambra. Bartolomé Rubia, después de denunciar el suceso, fue trasladado en un coche camuflado y acompañado de varios ertzainas al Hospital del Bidasoa, donde se le practicó un reconocimiento médico. Finalizado éste y sobre las tres de la madrugada, fue alojado en un hotel, donde pasó el resto de la noche.Bartolomé Rubia no se olvidó de nada en la preparación de su supuesto secuestro. Lo reivindicó a las 18.30 en sendas llamadas a Canal Sur Televisión y al Diario de Jaén. Pero utilizó su propio teléfono móvil, en el que, según los investigadores policiales, están grabados los números de los medios de comunicación a los que transmitió el mensaje.

El concejal fue trasladado a las 9.15 de ayer al juzgado de instrucción número 2 de Irún, donde la juez comenzó a desmenuzar la versión que Bartolomé Rubia había estado contando hasta entonces. Las numerosas lagunas detectadas por la instructora desbarataron en pocos minutos la historia. A medida que proseguía el interrogatorio, el concejal incurría en contradicciones. Acabó por desmoronarse. Cuando la juez le anunció que un taxista de Linares había declarado que fue él quien lo llevó a la estación, el concejal puso cara de sorpresa y comenzó a llorar. Después, algo más repuesto, telefoneó a su novia y a su padre. Pero no llegó a reconocer ante la juez la ficción de su relato. A las 14.00 horas terminó su declaración. Bartolín, que había partido de Linares en tren en la mañana del jueves, regresó La Carolina el viernes acompañado por la Guardia Civil. "Físicamente se encuentra muy bien, psíquicamente está tranquilo. No se le ve especialmente afectado y no presenta ningún trauma", dijo el forense.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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