El extraño viaje de Bartolín
"El chaval ha tenido un cortocircuito", admite un dirigente del PP andaluz.
"El coche del concejal secuestrado en La Carolina está en Linares". Éste fue el escueto mensaje de una voz anónima que puso en alerta a las redacciones de dos medios de comunicación andaluces y activó en la tarde del jueves una misteriosa y rocambolesca historia: Bartolomé Rubia, Bartolín, concejal desde 1995, había sido secuestrado.El pueblo vivió las primeras horas con incertidumbre. El temor de que Bartolín fuese víctima de un secuestro por parte de ETA se instaló en el ánimo de los vecinos de la localidad jienense. El alcalde, el controvertido Ramón Palacios, era de los más afectados. Avanzada la noche, la alarma se fue diluyendo. Cerca de las 23.00 horas, un agente municipal confirmó en el Ayuntamiento la buena nueva a voces: "Don Ramón, don Ramón, tengo al teléfono a Bartolín". Don Ramón, como se le conoce en el pueblo, cogió el teléfono y escuchó atentamente la versión de Bartolín: secuestro, viaje en tren, transbordo y huida. Un héroe.
Fuentes oficiales precisaron que el alcalde tenía previsto fletar cuatro autobuses con destino a Irún para ir a recoger a Bartolín.
En el pueblo, de unos 15.000 habitantes, la noche se vivió con calma chicha. Un minigabinete de crisis formado por la dirección del PP provincial, Gabino Puche y Miguel Sánchez de Alcázar; el consejero de la Presidencia andaluz, Gaspar Zarrías; los concejales del grupo de Gobierno, la oposición (PSOE e independientes), algunos amigos del presunto secuestrado y mucha prensa comenzaron a pulular por el Ayuntamiento.
El padre del chico, Bartolomé Rubia, conductor del alcalde, se encontraba de viaje. Se enteró por la radio del presunto secuestro y se puso "muy nervioso", según confesó posteriormente. La madre se encontraba en casa acompañada por la esposa de Ramón Palacios.
La noticia corrió de boca en boca por los mentideros locales, las ediciones de algunos periódicos de tirada nacional se agotaron y en casi todas las conversaciones se hacía el mismo comentario: "Esto es muy extraño". Anónimamente algunos lugareños decían: "Esto parece un montaje". Aunque tampoco faltaron quienes apostaban por un secuestro de película del que la víctima había logrado escapar "saltando un terraplén". Cuando los datos venían a confirmar que el secuestro no fue tal, el padre de Bartolín aún sostenía: "A ver si van a tener que matar a mi hijo para que sea verdad". La oposición guardó un prudente silencio.
Esta madrugada, a la 1.25, el concejal, rodeado de tres amigos y escoltado por agentes de la Guardia Civil, salió de un Seat Ibiza azul y volvió a casa. Desde medianoche, vecinos y periodistas seguían por el pueblo la pista de alguien que, dentro de un coche, se tapaba la cara.
De Bartolín se comenta que el último año estaba muy nervioso. Le obsesionaba ser víctima de ETA. En los últimos meses había presentado a la dirección provincial del PP un par de cartas anónimas, hechas con recortes de periódicos, con tono amenazante. También denunció haber recibido llamadas telefónicas del mismo tenor amenazante. "El chaval ha tenido un cortocircuito", acabó por admitir ayer un dirigente del PP andaluz.
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