La OTAN amenaza a Slobodan Milosevic con un despliegue militar si asfixia a Kosovo
La Alianza Atlántica amenazó ayer al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, con una escalada militar si obstaculiza una salida pacífica y negociada para la región de Kosovo. De esa escalada «no se excluye nada», advirtió el secretario general de la Alianza, Javier Solana. Ni siquiera una intervención militar a gran escala. La advertencia verbal va acompañada de hechos: el inminente aumento de la presencia de la OTAN en Albania y Macedonia, a través de maniobras; y la preparación de un cinturón de seguridad en ambos países surbalcánicos.
Los dieciséis ministros de Exteriores endosaron a Milosevic su «especial responsabilidad» en la violencia de Kosovo y aprobaron poner sus fuerzas al servicio de dos objetivos: conseguir la solución de este conflicto por vía negociada y pacífica, incluyendo un estatuto de autonomía kosovar dentro de Serbia y evitar su desbordamiento a las zonas limítrofes.La OTAN ve sólo como «un primer paso» el diálogo iniciado entre Milosevic y el líder de los albaneses de Kosovo Ibrahim Rugova. Para forzar a Milosevic a negociar en serio, y para «evitar que la violencia nos sorprenda como en los primeros años noventa, en Bosnia», como recordó con amargura la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, los dieciséis aprobaron tres paquetes de medidas.
El primero es enviar una señal de firmeza, haciendo visible su presencia en la zona, sobre todo en Albania y la ex república yugoslava de Macedonia: programas de ayuda a Albania para impermeabilizar sus fronteras; maniobras militares en Albania (agosto) y Macedonia (septiembre); creación de una célula de la OTAN en Tirana para adiestrar al descompuesto Ejército albanés y «visita» de la flota aliada a Durres.
Estas medidas son inmediatas y obtuvieron el apoyo automático del ministro ruso, Evgueni Primakov. La OTAN había tenido buen cuidado en informar previamente a su embajador. Las restantes no son medidas adoptadas en firme, sino el encargo de su estudio a los planificadores militares de la Alianza, por si llegan a ser imprescindibles.
Así, el segundo paquete prevé la creación de una especie de «cordón de seguridad», con «despliegues preventivos» de tropas en Albania y Macedonia (un mínimo de 7.000 soldados), y con el apoyo logístico a las misiones de la OSCE y de la ONU. El tercero es un aviso aún más serio: el compromiso de que el Consejo Atlántico vigilará la evolución de los hechos «en sesión permanente» para decidir, «si la situación lo requiere» otras medidas disuasorias, incluidas las militares.
La inicial sería establecer una zona de prohibición de vuelos para evitar que Belgrado castigase a los albaneses desde el aire, algo sugerido por EE UU, Francia y Alemania. ¿La definitiva? Una intervención militar masiva. «Nada se ha excluido y nada está excluído, todas las opciones están abiertas», indicó Javier Solana, advirtiendo de que, si es necesario, «actuaremos rápidamente». Así como Moscú asumió las medidas inmediatas, condicionó ayer su apoyo a la escalada posterior (el segundo y tercer paquete) a que sea aprobado por el Consejo de Seguridad, donde ostenta el derecho de veto.
Hubo más. Albright recordó que el Grupo de Contacto congeló las sanciones previstas contra Belgrado en el momento en que Milosevic inició el diálogo con Rugova, pero que si éste no fructifica, puede reestablecerlas «rápidamente«.
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