El Maestranza despide la temporada con "Turandot", del Puccini más vanguardista
Turandot, la ópera de Puccini que cuenta la historia de una princesa china, vengativa y cruel como una esfinge de hielo que, al final, es redimida por el amor, cierra la temporada del Teatro de la Maestranza de Sevilla -funciones: hoy, el 27, 29 y 31- con el gran maestro Alain Lombard dirigiendo a la Sinfónica de Sevilla en el foso. El fascinante y exótico cuento de hadas encierra dentro la maquinaria musical más compleja que jamás escribió Puccini.
En realidad, Turandot es la negación del tópico que reduce a Giacomo Puccini (1.858-1.924) a la simple condición de autor de melodramas de música simple o convencional que, según sus detractores más furibundos, es lo que serían prodigios como Madama Butterfly o La Bohème. En Turandot, la obra póstuma de Puccini -el compositor murió de cáncer de garganta a falta de la última escena, que fue completada, con mano timorata, por Franco Alfano: al estrenarla, en 1926, Toscanini, un amigo fraternal de Puccini al que éste llamaba "un cerdo que dirige divinamente", cortó la función donde la dejó el maestro- pueden apreciarse destellos geniales de la inquietud vanguardista que le llevó a admirar a Debussy, a Stravinsky o a Schömberg, cuyo rompedor Pierrot lunaire siguió partitura en mano, y a ser admirado por Ravel o Mahler. Turandot, donde hay politonalidad y una instrumentación insólita, también remite a la vanguardia del teatro simbolista francés. Así pues Turandot es una ópera de culto en las capillas melómanas y el gran testamento futurista de Puccini. "Aquí hizo lo contrario de lo que había hecho antes", apreció la directora de escena, Sonja Frisell. "Es algo grande y algo nuevo", señaló el director musical, Alain Lombard, un vitalista veterano formado con Bernstein, Karajan y Fricsay que ya grabó Turandot, para EMI, con Caballé y Carreras. La historia de la princesa china que venga la humillación ancestral de la mujer en todos sus pretendientes forzándolos a averiguar un triple acertijo cuya ignorancia les condena a la muerte implacable encierra una mitificación de la muerte y la crueldad que, según el director Wladimir Jurowsky, que montó Turandot en Madrid, anticipó la ascensión del fascismo en Italia. "No estoy de acuerdo con eso", rechazó Lombard. Lecturas políticas al margen, la ópera funciona como un gran guiñol exótico con roles que exigen voces modélicas. La crítica es escéptica acerca de que ahora existan esas voces equiparables a las legendarias ya unidas al título -Callas, Nilsson, Corelli, Scotto...-, pero Lombard tampoco está de acuerdo. "No hay crisis de voces", sentenció. Lombard, que ha encontrado a la Sinfónica de Sevilla "brillante y profesional", aplaude el reparto: Audrey Stottler, Dimitri Kavrakos, Nicola Martinucci y Patrizia Pace.
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