Poesía del 98 y cantes americanos

Difícil intento el de utilizar poesía de autores del 98 y coetáneos como textos del cante. Si exceptuamos los Machado -Manuel más que Antonio- el resto de los que en este concierto propone Vicente Soto Sordera difícilmente pueden entrar bien en las medidas del cante y sonarnos flamencos.La oportunidad de las fechas conmemorativas -el centenario de la famosa Generación- y la necesidad de jugar fundamentalmente con los llamados estilos de ida y vuelta por la entidad americanista que los acogía, condicionaban demasiado el trabajo que el hijo de Sordera y sus colaboradores se habían impuesto. Es muy difícil que versos de poetas tan poco flamencos como Unamuno o Valle-Inclán, Asunción Silva o José Martí, digan nada asimilable con una cierta credibilidad por lo jondo. El mayor de los Machado sí, pues él mismo tenía un talante profudamente flamenco y escribió cantidad de coplas que se vienen cantando habitualmete, e incluso algunas pasan por ser populares.

Varias de ellas las abordó Soto por bulerías, y fue sin duda lo mejor del recital porque se identificaban cante y coplas y el estilo, tan jerezano, es de los que el cantaor domina.

No ocurrió lo mismo con otros géneros. El punto cubano, la milonga, la colombiana... no son precisamente cantes de la predilección de este Sordera. El cantaor se limitó, pues, a decir los poemas con la música que le pareció más conveniente a cada uno. Lo hizo con discreción y con dignidad, sin violentar excesivamente los mecanismos expresivos del cante. El resultado final fue muy del gusto de la concurrencia, y Soto agradeció las ovaciones con un cante por martinetes y tonás en el que, ahí sí, pudo explayarse en su más auténtico sabor flamenco.