Suharto deja una economía capaz de recuperarse
A pesar de que nadie discute el hecho de que la economía de Indonesia se ha tambaleado y muestra escasos signos de una recuperación inminente, los expertos son notablemente optimistas en cuanto a las perspectivas a largo plazo: 30 años de desarrollo equilibrado, indican, colocan al país en una buena situación de crecimiento sostenido.El pasado verano, cuando la crisis financiera se extendía por toda Asia, muchos economistas confiaban en que Indonesia iba a esquivar el golpe. Con un presupuesto equilibrado, baja inflación y una balanza comercial saneada, no parecía haber razones serias para que los especuladores fueran a atacar la divisa.
Pero cuando el pánico arrasó las economías en otoño, bancos y empresas se encontraron con fuertes deudas en dólares que no podían abordar con su hiperdevaluada rupia. Igual que en el resto de Asia, el pago de la deuda exigirá una seria reestructuración financiera.
Sin embargo, Indonesia había adoptado en los últimos años una serie de decisiones afortunadas: inversiones en desarrollo rural, educación, sanidad y planificación familiar. Más importante aún, los planificadores económicos no cayeron en el error de mantener artificialmente bajos los precios alimentarios para satisfacer a los habitantes de las ciudades en perjuicio de los campesinos. La producción de arroz creció y los precios elevados, junto a los cambios tecnológicos que incrementaron la productividad, fueron básicos para erradicar la miseria rural.
Una economía vulnerable
La vulnerabilidad de la economía respecto a un colapso financiero procede los años 80, cuando Indonesia abrió el negocio bancario a la competición sin implantar las regulaciones adecuadas.Otro flanco de debilidad fue el traspaso, en los últimos años, de la industria pesada a la actividad industrial basada en tecnologías de punta del automóvil, la petroquímica y la aeronaútica. La élite económica indonesia -la familia de Suharto y sus amigos- tenía ideas grandiosas sobre el salto a la modernidad. Y el cómodo sistema político les garantizaba el acceso a los recursos de capital.
La recuperación del crecimiento requiere una restauración de la confianza de los inversores que permita fortalecerse a la rupia. Ahí es donde apuntan las exigencias del Fondo Monetario Internacional de austeridad monetaria y fiscal a cambio de préstamos para la reestructuración de la banca. Otras reformas básicas que fuercen a Indonesia a confiar más en los incentivos del mercado libre y menos en una élite corrupta e ineficaz podrían determinar el éxito de su economía a largo plazo.
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