_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La última del XX

HOY SE inaugura la Expo 98 en Lisboa, la última exposición mundial del siglo XX, enteramente destinada a homenajear la mar. La capital portuguesa fue escogida entre las candidatas a albergar esta muestra por la razón, entre otras, de cumplirse el quinto centenario de la llegada de Vasco de Gama a la India. Pero al fin estos hitos acaban constituyendo meros pretextos para abordar una modernización de las comunicaciones y un espectacular saneamiento de algunas zonas urbanas.A diferencia de lo sucedido con la Expo de Sevilla, la lisboeta, varias veces menor, tiene asignado un destino cabal para todas sus construcciones tras su clausura, el próximo 30 de septiembre. El espléndido edificio de Alvaro Siza será sede administrativa, el llamado pabellón de la Utopía acabará en un centro multiuso con una capacidad de 16.000 plazas y, finalmente, el pabellón del Conocimiento de los Mares se convertirá en Museo de la Ciencia. Un formidable acuario o un hermoso teatro obra de Manuel Salgado contribuirán a enriquecer la zona, que, al cabo, se convertirá en un punto de ocio y cultura en torno al cual ya van creciendo numerosos bloques de viviendas y oficinas.

Un total de 150 países han concurrido al certamen, de forma que los casi 300.000 millones de pesetas que ha supuesto la inversión se tienen, hasta el momento, por bien empleados. Entre los portugueses cunde hoy la satisfacción de haber sabido culminar en cuatro años una empresa de altísima dignidad y desafío tecnológico. Además de las obras de arquitectura, de los arduos trabajos de saneamiento del barrio de Olivais, sobre cuyas 62 hectáreas se asienta la Expo, o los tendidos informáticos, Portugal dispondrá del puente de mayor longitud de Europa, el Vasco de Gama, con 17,5 kilómetros, 11 de los cuales planean sobre el río Tajo. De esta arrogancia técnica, Lisboa se beneficia con un nuevo acceso y una capacidad de circulación decisiva, en coherencia con el desarrollo del país en los últimos años.

Las exposiciones «mundiales» o «universales» son vestigios del siglo XIX, cuando los países se relacionaban menos y sus productos o folclores no encontraban de otro modo la ocasión de divulgarse. Estos certámenes no descubren hoy nada que no haya enseñado antes el turismo y la globalidad mercantil. Lo que estos eventos proporcionan son pretextos: ocasiones para acentuar lo nacional, intensificar el turismo y abordar, en tiempo récord, obras que los presupuestos públicos habrían aplazado más allá de la necesidad real. Lisboa y Portugal han salido ganando.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_