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Introducir la política en el debate europeo

1999 será un año clave en la construcción europea: el Banco Central Europeo entrará en funcionamiento, el Parlamento Europeo tendrá una nueva configuración y se constituirá una nueva Comisión. 1998 está siendo un año de intensa preparación técnica y política para estos tres acontecimientos.Ahora bien, el esquema institucional de la Unión Europea muestra en la actualidad graves signos de agotamiento. Hay que reconocer que carece, en particular, de eficacia y legitimidad democrática. Al mismo tiempo, la opinión pública ve cómo Europa tiene un papel cada vez más importante en la vida cotidiana. La llegada del euro ilustrará espectacularmente esta realidad.

Estas razones nos llevan a considerar que la vida política europea es hoy tan necesaria como las diversas vidas políticas nacionales, sin que ello quiera decir que la una sustituya a las otras. Es por tanto urgente encontrar soluciones que acerquen políticamente a los ciudadanos esta Europa que está emergiendo.

Es el momento de dar un rostro a la democracia europea ya que las transferencias de poderes no han venido acompañadas, a ojos de los ciudadanos, de una representación personalizada, como ocurre en todas nuestras democracias nacionales.

Por todo ello hacemos la siguiente propuesta para que sea debatida públicamente: cada una de las formaciones políticas europeas deberá escoger su candidato a presidente de la Comisión Europea, quien será designado a mediados de 1999 y comenzará sus funciones en el 2000.

Los partidos políticos, tanto a nivel nacional como europeo, harían campaña para ellos mismos y para su candidato en los 15 países miembros coincidiendo con las elecciones europeas de junio de 1999, basándose en sus respectivos programas políticos para un periodo de cinco años. El debate político en torno al presidente de la Comisión se convertiría así en uno de los grandes desafíos de una campaña con una dimensión auténticamente europea.

No podemos olvidar que la Comisión ostenta, en asuntos de suma trascendencia, el monopolio del derecho de iniciativa, es guardiana de los Tratados y asegura la continuidad de la ejecución de las políticas trazadas en el Consejo de ministros.

Esta propuesta no implica ningún cambio en los Tratados ya existentes: simplemente se adelanta a las opciones mencionadas en el Tratado de Amsterdam en cuanto a reforzar el papel del Parlamento Europeo en la aprobación del presidente de la futura Comisión y en cuanto a incrementar el del presidente designado en la elección de los comisarios.

Recordemos, sin embargo, que es al Consejo Europeo al que incumbe, en la actual situación política, nombrar presidente de la Comisión. Proponemos que éste sea, de hecho, responsable ante el Consejo Europeo tal como lo es en la actualidad ante el Parlamento Europeo.

Naturalmente, nuestra propuesta no va a resolver todos los problemas de la Unión, pero ligando la elección del presidente de la Comisión a los comicios europeos inyectará una buena dosis de política en el debate europeo, logrando un efecto de palanca.

Los miembros del Comité Europeo de Orientación «Nôtre Europe» estamos convencidos de que la aprobación de nuestra propuesta abrirá las vías a una profundización de la democracia.

Firman los miembros del Comité Europeo de Orientación «Nôtre Europe»: Giuliano Amato, François Bayrou, Fernand Braun, Etienne Davignon, Jacques Delors, Jean Durieux, Ben Fayot, Felipe González, Max Kohnstamm, Karl Lammers, Pascal Lamy, Ruud Lubbers, Vitor Martins, Ingrid Marthäus-Maier, Nicole Nottat, Tommaso Padoa-Schioppa, Jordi Pujol, Carlo Scognamiglio, Mario Soares, Peter Sutherland, Mia de Vits, Franz Vranitzky.

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