Cumpleaños del gendarme de aduanas
La OCM dicta las normas para los intercambios comerciales del mundo, unos 1.500 billones de pesetas al año
Unos 10 billones de dólares anuales (1.500 billones de pesetas) se mueven a través de las fronteras. Son las exportaciones y las importaciones de bienes y servicios de los países del mundo que se adaptan a una serie de normas aduaneras. La Organización Mundial de Comercio (OMC) se ha erigido desde 1994 en la autoridad internacional que dicta las normas por las que deben regirse estos intercambios. La OMC ha conseguido en su corta existencia tres importantes éxitos. En diciembre de 1996 logró un acuerdo para liberalizar el mercado de las tecnologías de la información; en febrero de 1997 consiguió abrir el mercado de las telecomunicaciones básicas, y a mediados de 1997 alcanzó otro pacto para liberalizar los servicios financieros a partir de 1999, tras siete años de negociaciones iniciadas en el seno del GATT.Pero la OMC se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia en la próxima reunión ministerial que se celebrará en Ginebra desde hoy hasta el miércoles. Estados Unidos está dispuesto a derribar las últimas barreras comerciales que traban los intercambios de bienes y servicios -industriales y agrícolas- a nivel internacional, y también pretende aplicar el mayor grado de liberalización en el cada vez más floreciente comercio electrónico. Los europeos desconfían y prefieren ir con más calma.
La importancia de la reunión, que coincide con el 50º aniversario de la creación del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles de Aduanas y Comercio), directo antecesor de la OMC (véase apoyo), se confirma con la presencia del presidente Bill Clinton, de Fidel Castro, de Nelson Mandela y de otros 11 jefes de Estado o de Gobierno. Clinton no ha desvelado todavía cómo piensa defender las tesis norteamericanas. El presidente de EEUU no atraviesa su mejor momento político a causa de los escándalos sexuales y porque los republicanos no le han otorgado los poderes para negociar directamente tratados comerciales sin pasar por el Congreso (el llamado fast track). Los analistas consideran, además, que la Casa Blanca no conseguirá este año cumplir estos deseos a causa de las elecciones legislativas del próximo noviembre.
También sectores de la economía estadounidense se pueden ver afectados por la nueva oleada liberalizadora que se avecina. El sempiterno sentimiento proteccionista del Congreso ya se ha puesto a prueba con el NAFTA, el tratado comercial que agrupa a EEUU, Canadá y México: numerosas empresas han denunciado el perjuicio que les está causando la entrada de productos aztecas, muchas veces financiados con inversiones estadounidenses, que resultan más baratos que los fabricados en EEUU.
Los expertos sólo tienen como referencia de lo que será la táctica norteamericana a través de las últimas intervenciones de la representante de Comercio, Charlene Barshefsky, quien en la última reunión de la OMC, en abril, afirmó que, sobre todo, se debe terminar de liberalizar el comercio multilateral, y aludió al sector agrario y al comercio electrónico, que superará los 45 billones de pesetas en el 2002, según su departamento. Sí parece bastante claro que Washington desea que Internet se mantenga sin peajes, aunque los europeos intentan buscar alguna fórmula de control.
EEUU quiere negociar por objetivos, pero Europa prefiere comenzar en 1999 una nueva ronda más amplia para regatear con más eficacia. En el Consejo de Ministros de los Quince del 30 de marzo se aprobó una proposición del comisario Leon Brittan para iniciar en el 2000 la que comienza a llamarse la Ronda del Milenio, que se enfrenta a las reticencias de los países en vías de desarrollo, que temen que sólo se trate de una maniobra para retrasar la apertura de su mercado agrícola. Pero Brittan desea también introducir en las negociaciones las barreras tarifarias, el medio ambiente, las inversiones, la propiedad intelectual y el comercio electrónico.
Discusiones sobre el AMI
En concreto, los europeos desean que la liberalización de las inversiones, el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI), sea discutida en la OMC, en la que están integrados prácticamente todos los países del mundo - excepto la ex Unión Soviética y China-, superando así el estrecho marco de la OCDE, en la que sólo participan los 29 países más desarrollados. Las discusiones sobre el AMI han sido recientemente suspendidas, tras tres años, durante seis meses ante la imposibilidad de lograr un entendimiento sobre cuestiones cruciales. Y es que el AMI ha provocado una viva reacción en Europa, países en vías de desarrollo y entre los adversarios de una globalización de la economía. Incluso el Gobierno de Lionel Jospin cree necesario involucrar a la sociedad y elabora un plan a este respecto. Algunos países europeos, además, también desean poner el acento sobre la legislación social básica, aunque son conscientes de que los efectos de la crisis asiática entorpecerán momentáneamente los avances sociales. La UE, sin embargo, no ha desvelado su estrategia para liberalizar el comercio agrícola. La única pista de que se dispone es del secretario de Estado alemán Lorenz Schomerus, quien afirmó recientemente que las negociaciones agrícolas comenzarán en la fecha prevista, a finales de 1999, aunque hay otros aspectos, como el medio ambiente, que deben ser tenidos en cuenta por la globalización de la economía. De momento, la UE se prepara para esta negociación mediante la reforma de la Política Agrícola Común (PAC), que teóricamente tiene como finalidad el ingreso de nuevos miembros, especialmente del Este. Y es que su impermeabilidad ha venido suscitando numerosas críticas a nivel internacional, especialmente por parte de EEUU y del Grupo de Cairs, que comprende a 15 grandes productores agrícolas.Pero no todos son parabienes para la OMC. Miles de manifestantes esperan boicotear la cumbre de Ginebra. Para la Acción Mundial de los Pueblos contra el Libre Cambio (AMP), que agrupa a diversos movimientos campesinos, sindicales e indígenas, la OMC significa Organización Mundial del Paro o del Chantaje. La AMP denunciará al "capitalismo mundializado": bancos, multinacionales y cadenas de comida rápida. Algo menos radical, el economista malaísio Martin Khor considera que a este ritmo pronto los países no podrán controlar ni proteger nada. Y se pregunta: "¿No ha llegado el momento de detener la creación de este verdadero Gobierno mundial oculto?".
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