Cinco de cada seis delitos denunciados en 1997 quedaron sin resolver
La prueba de la estadística no engaña. Cinco de cada seis delitos denunciados en 1997 en las comisarías de la región quedaron sin resolver. Esta cifra, que sitúa la tasa de eficacia policial madrileña en el 16%, supone que de los 166.724 delitos registrados el año pasado se esclarecieron 26.775, o, expresado de forma gráfica, al tiempo que los delincuentes circularon a una velocidad media de 19 delitos por hora, la policía marchó a un ritmo de tres casos resueltos. Esta tasa de eficacia, reflejada en la estadística de criminalidad de la Dirección General de Policía (no cuenta los datos de la Guardia Civil), repite con ligeras variaciones la de los tres últimos años y vuelve a situar a Madrid como farolillo rojo de la clasificación nacional.Un puesto que se mantiene incluso si se echan las cuentas con otros parámetros. Éste es el caso de las denominadas infracciones penales. Este indicador, de gran uso entre los analistas de la policía, procede de la suma de los delitos y las faltas (aquellas infracciones que no implican penas de cárcel).
En 1997 se cometieron en las demarcaciones controladas por el Cuerpo Nacional de Policía 170.794 faltas (un 0,62% menos que en 1996), de las que se resolvieron un 15,10% (dos puntos más que el año anterior). Las infracciones penales, por tanto, alcanzaron la cifra de 337.518, la máxima absoluta de España (uno de cada cuatro delitos y faltas registrados en el país fueron cometidos en la región).
En este terreno de las comparaciones, los expertos policiales encontraron otras sorpresas. Una de ellas procedió de las detenciones. En este capítulo, la policía madrileña registró 22.914 arrestos (un 9,24% menos que en 1996). Este resultado quedó muy por debajo del obtenido en Cataluña, donde, pese a registrarse un 44% menos de infracciones penales, se practicaron 30.790 detenciones, es decir, un 34% más que en Madrid.
Esta ventaja catalana es atribuida, según fuentes policiales, al fuerte incremento de efectivos y de dotaciones que recibió Barcelona a raíz de los Juegos Olímpicos y que se ha mantenido hasta la actualidad. Por el contrario, según las citadas fuentes, Madrid sufre una carencia crónica de agentes, como demuestra que por falta de presupuesto sólo se hayan podido cubrir unas 350 de las últimas 620 plazas convocadas para la región, tal y como reconoció el pasado miércoles el ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja.
A esta escasez de dineros se suma el enorme peso urbano de la región (en zonas rurales la media delictiva es inferior) y su condición de capital, lo que acarrea una continua fuga de agentes destinados a servicios de escoltas.
Frente a estos inquietantes datos, la estadística de criminalidad también ofrece algunos salvavidas para la policía madrileña. El más destacado, si se toman en consideración periodos de tiempo más amplio que el año, es el continuo aumento de los casos resueltos. Así, mientras en 1993 se esclarecieron 48.305 infracciones, en 1997 se alcanzó la cifra de 52.578, lo que implica en cinco años una mejora del 8% en la eficacia policial. Esta tendencia al alza, sin embargo, queda atemperada por el crecimiento del 3% de los delitos y faltas entre 1993 y 1997.
Más datos. En su examen de las infracciones, los expertos policiales no se han olvidado de establecer la temida tasa de criminalidad, aquella que refleja el número de infracciones por cada 1.000 habitantes. En la región, este promedio se situó en 74,36, lo que viene a significar que en 1997 se registró una infracción por cada 14 habitantes. PASA A LA PÁGINA 4
Los robos y tirones representan el 85% de todos los delitos cometidos en la región
VIENE DE LA PÁGINA 1La inagotable estadística policial establece que en la capital se cometieron unos 246.400 delitos y faltas, es decir, 81 infracciones por cada 1.000 vecinos (tasa que desciende a 55 si sólo se analizan los delitos). Pero las cifras no se detienen en la gran ciudad. También dan un repaso a las localidades de la periferia donde la Jefatura Superior de Policía dispone de comisarías. El sur, en este cruce de números, se convierte en campo sembrado para las discrepancias. Así, Parla (76,25 infracciones por 1.000 habitantes ) y Fuenlabrada (70,44) encabezan la lista de ciudades azotadas por el delito. Pero, al mismo tiempo, Leganés (51,42) y Getafe (51,27) obtienen el galardón de las más tranquilas.
Fijado el barómetro de la criminalidad y sus puntos calientes, el estudio policial pasa al análisis pormenorizado de los delitos. En este capítulo, el apartado más negro de la violencia, los homicidios, muestra una notable mejoría: de los 106 cometidos, 95 fueron resueltos. La tasa de eficacia policial se situó así en el 84% y superó por primera vez desde 1995 la barrera del 80%.
La lista de sucesos esclarecidos, un aguafuerte de las miserias urbanas, recoge desde el caso del toxicómano que mató en Usera a una mujer de 65 años para robarle el televisor o el del esquizofrénico que se coló en el hospital Clínico, eligió una habitación al azar y estranguló a una anciana (luego, en la cárcel, mató a otro preso), hasta el crimen de Olga Santos Abadía, asesinada de 15 puñaladas a manos de su despechado amante, que luego se suicidó tirándose por un puente. Pero el apartado donde las cifras realmente saludan a la policía madrileña es el dedicado al blanqueo de dinero y la receptación (compra de objetos robados). Aquí se registra un fenómeno doble: por un lado, experimentaron un aumento del 50% (pasaron de 442 delitos en 1996 a 667 en 1997, la mayor subida porcentual de la tabla) y paralelamente su media de resolución subió hasta alcanzar el 97%, rozando el mítico 100%.
Donde, para tranquilidad de muchos, bajaron los delitos fue en las lesiones, que pasaron de 2.382 a 1.537 (un 35% menos). Un descenso similar al registrado en los daños, que se redujeron un 33% (de 5.998 a 3.985).
El gran atasco se produjo en lo que se ha erigido en la principal causa de inseguridad ciudadana: los robos en cualquiera de sus siete modalidades (con intimidación en bancos, con fuerza en inmuebles, otros robos con intimidación, tirones, hurtos, sustracción de vehículos y en vehículos). Toda una batería que, con sus 142.150 denuncias, representó el 85% del total de delitos cometidos en la jurisdicción del Cuerpo Nacional de Policía.
En este batallón, como en años anteriores, se llevó la palma la sustracción de objetos dentro de coches, que, con 42.554, se convirtió, con diferencia, en el delito más común de la región.
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