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Tribuna:LA CUMBRE DEL EURO
Tribuna
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"España va bien, y el extranjero, no veas"

El autor recrimina a José María Aznar el intento de explotar de forma ventajista la incorporación de España al euro.

La actitud del presidente de Gobierno durante la pasada cumbre del euro, y en los días inmediatamente posteriores, ha servido para poner de manifiesto dos elementos fundamentales de la política del Gobierno de Aznar: en primer lugar, su visión de la construcción de Europa; en segundo lugar, su decisión de explotar ventajistamente la única carta de la que dispone, en estos momentos, este Gobierno, la carta de la bonanza económica, de la indudable mejora del clima económico.A la cumbre de Bruselas llegaron los jefes de Estado y de Gobierno con la decisión ya tomada sobre la selección de los países participantes en la tercera fase de la unión económica y monetaria (UEM). Esta selección ya había quedado cantada desde los informes de la Comisión y del Instituto Monetario y, por otra parte, tenía poco de auténtica selección, puesto que el único país excluido de la convergencia ha sido Grecia. Todos los demás países superaban el examen, aunque tres de ellos hubieran ya anunciado su decisión de mantenerse al margen. De esta manera el auténtico objetivo de la cumbre pasó a ser el de lograr un acuerdo sobre la primera presidencia del Banco Central Europeo.

Ya conocemos el resultado, un mal resultado, no porque haya sido fruto de una decisión política, sino porque el primado que, como subrayaba Soledad Gallego hace unos días, corresponde a la política en esta fase de designación del presidente del banco, se ha traducido en un mal compromiso, en un pasteleo.

Conocemos también quiénes han sido los protagonistas exclusivos de esta cumbre: el canciller Kohl y el presidente Chirac, con la presión entre bambalinas del presidente del Bundesbank, Tietmeyer. Se ha echado en falta, desde luego, un mayor protagonismo de la presidencia británica, explicable tal vez por la autoexclusión del Reino Unido de la participación en el euro. Pero ¿cuál ha sido el papel de Aznar? Sencillamente el de repetir, una y otra vez, que España está en el "pelotón de cabeza" y que todo el mérito corresponde a su Gobierno, puesto que hace dos años nadie daba una "pesetilla" por la participación de España. Se trata no sólo de una actitud mezquina, sino reveladora del complejo de inferioridad del paleto que, invitado a una reunión en la que no acaba de encontrar su puesto, es incapaz de ir más allá del "¿qué hay de lo mío?". La ausencia de Aznar en la foto final es todo un símbolo.

Pues bien, aunque, según las reglas de la buena educación, las comparaciones son odiosas, no está de más recordar al señor Aznar el papel protagonista que cupo a los Gobiernos socialistas, y singularmente a su presidente, en la elaboración del Tratado de Maastricht, así como en las dos cumbres de Madrid, decisivas en el diseño de la unión monetaria. Cabría igualmente recordar la posición inicial de escepticismo de los populares españoles respecto de la moneda única y su permanente actitud de obstruccionismo, que contrasta con la de colaboración en el objetivo del euro desplegada por la oposición socialista. Pero, siguiendo con las comparaciones, veamos cuál ha sido el recorrido de algunos de los países del "pelotón de cabeza" que hace dos años se encontraban en situación aún más difícil que la española, como Italia y Portugal. Tomamos para esta comparación los datos que aparecen en el Informe sobre la convergencia del Instituto Monetario Europeo.

En 1995, España mostraba un déficit presupuestario del 7,3% del PIB. Aun admitiendo como buena esta cifra, que en realidad incorpora al año anterior parte del déficit de 1996, todavía era mayor el déficit en Italia: 7,7%. En 1997, sin embargo, los valores son del 2,6% y 2,7%, respectivamente. La comparación de los datos de inflación, más objetivos porque aquí no hay posibilidad de "contabilidad creativa", es aún más favorable para Italia: el IPC de España ha pasado del 4,7% en 1995 al 2,0% en 1977. En el mismo periodo, la inflación en Italia ha pasado del 5,4% al 1,7%. Los tipos de interés a largo plazo han descendido en España desde el 11,3 (media de 1995) al 5,4 de enero de 1998; pero en Italia han ido desde el 12,2 al mismo 5,4. Resultados similares arrojaría la comparación con Portugal o con Suecia, país este último que ilustra perfectamente la afirmación que suele repetirse de que el esfuerzo por alcanzar equilibrios macroeconómicos es independiente de la integración en el euro (que el Gobierno sueco había excluido hace tiempo).

Dos conclusiones: en primer lugar habría que recordar el estribillo que repite cada semana una conocida revista satírica: "España va bien, y el extranjero, no veas". La segunda conclusión complementa la anterior: el principal agente del reequilibrio en las cuentas públicas españolas ha sido la recuperación al alza del ciclo económico, que ya era perceptible a comienzos de 1996. Pero aparte de estas conclusiones, existen varias consideraciones que es necesario hacer acerca de las opciones del PP al cuadrar las cuentas.

La primera se refiere al incremento de la presión fiscal: según los datos que aparecen en el informe del Instituto Monetario Europeo, el Gobierno del PP la ha incrementado (en contra de sus promesas electorales): el porcentaje de ingresos públicos sobre el PIB, que había venido disminuyendo desde 1993 a 1995, se ha incrementado en los últimos dos años, desde el 39,4% al 40,8%. La segunda consideración concierne al brutal recorte en la inversión pública aplicado por el Gobierno del PP: el gasto neto de capital público ha pasado de representar el 4,9% del PIB en 1995 al 3,5% en 1997. Se trata de una situación que no puede mantenerse para el futuro, sin comprometer el aparato productivo español.

La última consideración que quisiera hacer es de optimismo. Afortunadamente, para lidiar estos problemas (amén de otros muchos que no caben en este artículo) existen muchas probabilidades de que el Gobierno que salga de las próximas elecciones sea de signo distinto al del PP, o sea, un Gobierno socialista.

Fernando Pérez Royo es diputado socialista en el Parlamento Europeo.

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