«Agradezco a Caballero que haya tirado adelante», dice Tomás
Salió con la oreja mojada. Eso sí, en el más literal de los sentidos que, pese a las molestias, duele mucho menos. «Que siempre que me la mojen sea así», dice José Tomás. El director de la lidia, Manuel Caballero, dijo sí y el resto, también. «Creo que hemos hecho una de esas cosas que queda para el recuerdo. Hemos cometido una auténtica locura. Pero, tengo que decir, a fuerza de ser sincero, que la decisión última la tenía Caballero y ahora, no puedo por menos que agradecérselo», confiesa el diestro madrileño.Caballero, por su parte, opta por la modestia: «Hemos sido los tres en una medida solidaria. Se lo debíamos a la gente que se ha quedado sin inmutarse». El de Albacete reconoce que el listón ha quedado muy alto. ¿Quién va ahora a suspender una corrida? «Bueno, hay que entender que somos tres toreros jóvenes y que nos hace falta gestos como éste», afirma Caballero.
El más favorecido por «la locura» dice estar «contento», a secas (mejor, tajante). «El toro era muy mirón. Se despitaba enseguida. He conseguido lancearle con el capote y el público lo ha reconocido. En este momento, sabía que podía dar algo. Le faltaba humillar. Había que cogerle su sitio y sacarle lo poco que tenía. Así lo he hecho y ha terminado tragando», declara José Tomás en refrencia a la faena que le ha reportado la oreja.
A cántaros
Sobre el segundo, se muestra más parco. «Era un buey», dice para a continuación prenderle una lista de adjetivos a modo de banderillas negras: «Soso, parado, sin clase, nada de bravo... Un desastre». Y todo ello, recuerda, «lloviendo a cántaros». Aquí la palabra es del apoderado Santiago López: «Nunca, en mi larga vida, he visto una cosa así. Pero, amiiigo, para estar arriba, hay que hacer esto».Manuel Caballero, por su parte, se apresura a señalar la poca calidad de su lote. «El primero ha desarrollado mucho peligro y el segundo, pegaba unos arreones tremendos. Además», vuelta al asunto, «el piso no podía estar peor. La verdad es que hemos pasado momentos de mucho apuro. Pero, ahí estábamos. ¡Pero si hasta nos hemos hecho quites!».
El tercero en discordia, Francisco Rivera Ordóñez, reconoce, de nuevo, que nunca se las ha visto así. Pero, se refiere no a la lluvia, sino a su segundo toro: «He visto mansos, pero ninguno como éste. Además, era muy raro porque con la muleta ha apretado muchísimo». En lo que respecta a su primero, el de Madrid afirma que no ha podido tener peor suerte: «Encima del agua, el viento. Al toro le ha sido imposible asentarse y ha estado muy deslucido». Sus últimas palabras son en homenaje a las cuadrillas: «No sólo ha sido decisión nuestra. Ahí, estaban los demás apoyándonos y esto hay que decirlo». «Así», termina, «ha sido una bella locura».
Babelia
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