España busca con el euro ganar peso en foros económicos
Tras el euro nada debería seguir siendo igual en los grandes foros económicos como el G-7. El Gobierno quiere aprovechar el advenimiento de la moneda única para ejercer una mayor influencia en esas instancias, aunque no se atreve a reivindicar una participación directa. En el Ministerio de Economía, sin embargo, sí se sueña en voz alta con la transformación a medio plazo del G-7 en un G-3 en el que, ante EE UU y Japón, España haría oír su voz a través de una representación de la UE o de "Eurolandia".
El G-7, a veces llamado G-8 desde que Rusia está asociada, celebra a partir de hoy en Birmingham (Reino Unido) su primera cumbre desde que, el 3 de mayo, fueron designados los 11 países que accederán al euro. A la reunión acuden los líderes de los siete países más industrializados -EE UU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá- y el presidente de Rusia, Borís Yeltsin.La cita de Birmingham inspira algunas reflexiones en las capitales de "Eurolandia" que no han sido invitadas. "A corto plazo, el euro va a tener implicaciones sobre el funcionamiento del G-7", declara a EL PAÍS Cristóbal Montoro, secretario de Estado de Economía.
Montoro recuerda que este foro nació en 1975 con, entre otros objetivos, "el de discutir asuntos monetarios y estabilizar los mercados financieros". Mientras no existía la moneda única los europeos podían, a veces, acudir a él en orden disperso, prosigue, "pero a partir de ahora la voz de Europa no se puede seccionar en su vertiente financiera e incluso económica" entre los tres países del euro que están dentro (Alemania, Francia e Italia) y los ocho que están fuera. En este último grupo, España es la principal potencia económica
En un primer momento, el llamado Euro 11, un foro informal que congrega a los ministros de Economía de los países que han accedido a la moneda única, "servirá para coordinarnos a fondo y evitar que desafinemos" de cara al exterior, prosigue Montoro. A más largo plazo habrá que ver cómo "se logra una revisión inteligente de las diversas presencias" en el G-7 o en el Fondo Monetario Internacional. Se niega a especular sobre cómo podría ser "el nuevo ensamblaje" de las representaciones porque "estamos en los preludios de un proceso positivo pero del que no conocemos todo el desarrollo".
Su director de política económica, Luis de Guindos, cree que Washington va a favorecer que "Europa hable con una sola voz". "Son los primeros interesados en tener enfrente un solo interlocutor para discutir temas monetarios", añade, y éste podría consistir, por ejemplo, en una "troika" de "Eurolandia". "Poco a poco, Alemania, Francia e Italia van a perder algo de protagonismo en beneficio del Euro 11".
El comisario europeo de Asuntos Económicos, el francés Yves-Thibault de Silguy, comparte esta opinión. "Estados Unidos y Japón", escribió en el diario Le Monde deben tener enfrente un interlocutor plenamente representativo para dialogar en toda confianza con la zona euro (...) Una cacofonía europea afectaría a la credibilidad del euro".
Montoro rehúsa especular sobre las nuevas fórmulas de representación, pero tiene claro que España no va a reivindicar en solitario su ingreso en el G-7, idea que pudo acariciar en 1992, antes de que la peseta padeciese una cascada de devaluaciones y cuando su producto interior bruto (PIB) se igualó al de Canadá, el más pequeño de los que acuden a Birmingham. Ahora el PIB español es de 438 millardos de euros en 1997, un 18% inferior al de Canadá.
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