_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hechos

Es un hecho que, contra todo pronóstico, han salido peor educados los hijos de antiguos ministros franquistas, las ministras parateresianas y los cachorros del Opus Dei, crecidos en colegios de pago, que los hijos de panadero que se abrieron camino a golpe de beca. El miércoles por la mañana, en el parque vecino a mi casa, el caballero conservador que todas las mañanas esgrime el Abc y un rottweiler -que parece haber sido sometido a un cursillo de ataque en Cercedilla-, inflaba tórax. Porque es un hecho que Josep Borrell está aún verde, parlamentariamente hablando, y que tiene que hallar el camino más corto entre sus ideas, que existen y son importantes, y su forma de expresarlas en un contexto en el que priman los gritos, gruñidos, desplantes, zafiedades y consignas.Es también un hecho que dos años de congestión neuronal por paliza retórica y de pasarse la cortesía y la realidad por la entrepierna no han transcurrido en vano. La aristocracia ultra-sur que abucheó a Borrell en el Congreso es el equivalente parlamentario de las salidas de tono y de mesura de Rodríguez y Álvarez; Aznar pasa el rodillo. Y a fe que arrasa. No es que estuviera mejor: es que estuvo. Pesado, sólido, incoloro, inodoro, insípido, pero pura piedra berroqueña. No tendrá carisma, pero es ya cariátide: a eso han sido dedicados todos los esfuerzos de su camarilla. A convertir en masa lo gaseoso.

Pero del debate surge un hecho que me atrevo de calificar de esperanzador: la certeza de que no cabe esperar soluciones fáciles ni cambios milagrosos ni recetas fulminantes, y de que hay que aplicarse a trabajar con esfuerzo para, entre la izquierda posible y la imposible (se pregunte Anguita por qué no le abuchean), debidamente posibilizada, pulverizar a la cariátide. Que no es precisamente caperucita, sino el mero lobo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_