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Entrevista:

«Para obtener innovación hace falta investigación»

Es cuestión de química. La mirada ávida y el hablar pausado de Avelino Corma (Moncófar, 1951) rezuman franqueza por todas partes. Desde su despacho en el Instituto de Tecnología Química de Valencia este químico valenciano dirige uno de los buques insignia del sistema nacional de I+D. Al frente de un equipo de 70 investigadores y con un presupuesto anual que ronda los 150 millones de pesetas, Corma ha logrado que sus investigaciones, fundamentalmente en el desarrollo de catalizadores ácido-base y redox (reacciones de reducción-oxidación) orientados a mejorar el octanaje de las gasolinas, hayan llevado la innovación tecnológica española al núcleo de importantes empresas petroquímicas internacionales. El reconocimiento, a través de los premios Dupont, Burdinola, Leonardo Torres Quevedo y, recientemente, el Premio de Investigación Iberdrola, confirman una trayectoria sólida con 25 investigaciones patentadas, cinco de ellas en pleno rendimiento comercial.Pregunta. Sus investigaciones en el campo de la petroquímica han estado dirigidas a mejorar la calidad de las gasolinas, buscando al mismo tiempo reducir la contaminación. ¿Cómo se combina la protección medioambiental con el desarrollo tecnológico?

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Respuesta. Efectivamente, el esfuerzo principal lo hemos hecho en petroquímica, desarrollando catalizadores que nos permitan optimizar el uso y la calidad de los hidrocarburos. La catálisis ayuda a utilizar mejor los recursos con los que se trabaja, porque permite obtener un producto químico a partir de unas materias primas, optimizándolas al máximo y generando de forma más selectiva el producto final. Este proceso de catálisis contribuye a disminuir la contaminación.

P. ¿En esa dirección se enmarcan también las investigaciones sobre el reciclado del fango y del lodo en la industria cerámica?

R. Sí. En ese campo hemos diseñado una planta para poder tratar los efluentes sólidos y líquidos procedentes de la industria cerámica, que es la que abunda más en esta zona. Para ello diseñamos una planta para depositar los metales pesados que las aguas puedan llevar en los lodos. Al separar el agua purificada de los lodos, el proceso permite reutilizar los lodos para la producción de cerámica, aprovechando que ésta trabaja a temperaturas muy elevadas. Ya tenemos una nueva matriz para pasivar metales que está en fase piloto, mediante un acuerdo entre una empresa española y una americana.

P. La marca distintiva del instituto (centro mixto entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Politécnica de Valencia), ha sido combinar la innovación científica con la transferencia tecnológica, cuando se habla de descoordinación entre la investigación universitaria el mundo empresarial.

R. En España tenemos un problema grave y es que tenemos muchas empresas, pero fundamentalmente son fabricantes y, por tanto, carecen de investigación. Eso limita a las empresas y limita también la capacidad de que las universidades transfieran tecnología. En parte, esto viene dado porque existe una idea muy equivocada entre las empresas, que consideran que los centros de investigación pública son los que tienen que hacer la investigación y se lo tienen que dar hecho para que lo puedan aplicar. Esto no es así. Los centros públicos de investigación tendrán que hacer investigación sobre temas nuevos, desarrollarlos a nivel de laboratorio y a continuación transferirlos a las empresas. Y los empresarios tienen que tener medios e infraestructura humana para aplicarlo. De lo contrario, es muy retrógrado que se esperen a que se desarrolle todo y que se les dé todo hecho. Y el empresario tiene que distinguir siempre dos cosas: una es la solución de problemas concretos, y ahí los parques tecnológicos juegan un papel fundamental, y otra lo que significa innovación. Y para innovar se necesita investigación.

P. ¿Pueden las pymes españolas asumir este coste?

R. Si se asocian sí. Está claro es que si las empresas quieren innovar tendrán que invertir en investigación. Lo que sucede es que aquí no ha habido tradición, hay excepciones honrosas y las conozco. Si las empresas empiezan a mirar dentro del concepto de lo que es la Europa comunitaria y la globalización, verán que ya hay muchos centros públicos de innovación que están trabajando para empresas extranjeras, que se están beneficiando. Pues, bueno, que hagan un uso racional y lógico de eso.

P. S egún datos de la Fundación COTEC, pese a que las tres politécnicas españolas superan a las europeas con un 50% más de contratos de transferencia, las empresas españolas siguen sin beneficiarse del sistema público de I+D, ¿cuál es la manera de romper con esa inercia?

R. Lo que está claro es que las empresas que económicamente pueden hacerlo deben de tener verdaderos centros de investigación con personal continuado. No hablo de asistencia técnica, que es lo que tienen muchas veces. Y a partir de ahí, cuando tengan sus interlocutores válidos, entonces se puede establecer la colaboración, de forma que la universidad innove y la empresa lo desarrolle a nivel industrial. Eso es lo que estamos viendo con las empresas extranjeras, en las que estamos trabajando conjuntamente dos equipos.

P. Quiere decir que tienen líneas de investigación abiertas con empresas extranjeras que en España no han sido desarrolladas.

R. En estos momentos tenemos contratos con Holanda, Reino Unido, Francia, Italia, Estados Unidos, para trabajar en proyectos, algunos de los cuales se los habíamos ofrecido antes a empresas españolas. Se trata de empresas que, desde luego sobre el papel, deberían tener medios para atacar problemas de esa envergadura, pero no han encontrado eco a nivel nacional.

P. Concretamente, ¿en qué proyectos?

R. En proyectos de química y petroquímica, hemos intentado llegar a las empresas españolas y no han encontrado eco. Pero como nosotros, lo que hacemos, lo patentamos y lo publicamos, lo han visto empresas extranjeras y se han interesado. Por ejemplo, la Shell, con la que estamos trabajando en proyectos para mejorar la calidad de los combustibles. En España hay honrosas excepciones, como el caso de Cepsa, con la que llevamos trabajando tiempo. Y, durante el último año, entramos en colaboración directa con dos proyectos con Repsol, que no puedo especificar ahora, orientados a la reformulación de los nuevos combustibles. Es decir, obtener diesel y gasolinas de mayor calidad.

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