Cristina Sánchez: «A veces pienso que se me exige más de lo posible»
Estaban todos... y algunos más. Nada se echó en falta. Lleno hasta la bandera, ración doble de periodistas, nueve toros y los programas de mano que enseguida alcanzaron el precio de un puro habano. No hay farias, no hay recuerdo para la historia. A Cristina Sánchez, por su parte, sólo le faltó una cosa: «Las orejas que no llegaron». Por lo demás, la matadora declaró estar «supercontenta» y «convencida de haber hecho lo que debía». «No se podía más. A veces pienso que se me exige más de lo posible», terminó rotunda.«Cuando no hay toro tienes que demostrar que por los menos estás por encima del animal. Creo que eso ha quedado claro. Desde luego, no he podido hacer el toreo que a mí me gusta, que siento. Pero, y ésa era mi máxima preocupación desde que he pisado la arena, quería demostrar a los profesionales, a los que saben qué es ponerse delante de un toro, que sirvo para esto y que nadie me ha regalado nada», confesaba Cristina Sánchez apenas terminada la corrida entre una nube de enhorabuenas, parabienes y felicitaciones de toda laya.
Poder al toro
Todo lo anterior iba destinado a su segundo toro, tercer sobrero, del hierro de Gabriel Hernández. «Ha sido un lástima cómo ha salido el encierro. Sin embargo, me consuelo pensando que ha sido para bien. El último astado ha transmitido, el público ha visto enseguida el peligro. Lo importante», repitió, «era poder al animal, llevarle a su terreno, a los medios, y colocarme delante de los pitones». La rápida descripción de su segunda faena termina con una queja: «Si llego a matar, con lo encendida que estaba la plaza, quizás consigo lo que, de verdad, echo en falta». Es decir, la puerta grande.De su primer toro, el cedido por el padrino de la confirmación de alternativa, Curro Vázquez, la torera de Madrid se limitó a cortar por lo sano: «Era un toro que no servía para Las Ventas. Se podía decir que era fácil, dentro de lo fácil que puede ser un toro. Sin embargo, era terriblemente soso y no transmitía. Es imposible estar bien cuando toda la plaza está protestando al toro desde que sale al ruedo».
Así las cosas, el apoderado Simón Casas redobló el entusiasmo de su protegida: «Cristina Sánchez se ha puesto en el centro del ruedo y ha dicho: yo no especulo. Si estoy aquí es con toda la legimitidad. Está claro que a ella se la exige mucho más que a los demás».
Por su parte, David Luguillano se lamentó de su mala suerte con la espada: «Cuando he ido a matar me ha sorprendido y he tenido que estoquearlo mal. Pero, por lo demás, creo haber demostrado que he estado mandón, técnico y con muchas ganas. En definitiva, el balance que puedo hacer de mi paso por la feria es que estoy más poderoso y con valor que nunca». Y hoy, le espera una corrida en Valladolid.
Babelia
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