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Leche

DE PASADAEn Granada -una de las provincias con menos industria; una de las capitales con más burócratas- han inventado una leche sin grasas animales para amamantar ejecutivos. La firma Puleva ha empeñado cuatro años de investigación y 700 millones de pesetas en obtener la fórmula de una leche para criar sanos, robustos y, sobre todo, sosegados a los asesores de los consejos de administración, a los brokers, a los directores comerciales, a los analistas orgánicos, a los ingenieros de soporte, a los ingenieros de métodos, a los jefes de proyectos y a los responsables de desarrollo de operaciones de outsourcing (¡válgame Dios qué oficios tan raros!). Desde ahora, cuando veamos a un tipo en la Bolsa con seis teléfonos pegados en las orejas sabremos que parte de la pericia con que sostiene los auriculares se los debe a la placidez de nuestra leche, y que la acumulación de ganancias que induce a los empresarios a entonar coros de alabanza está relacionada de algún modo con los efectos sedativos de la leche de la clase dirigente. Pronto, para orgullo de los agricultores, oficinistas y empleados de Granada, oiremos clamar a los camareros de los mejores cafés de España: "¡Un cortado con leche de ejecutivo!". Será la contribución de una provincia pobre -la última o la penúltima en renta familiar- al sostén de la clase ganadora. ¡Qué mala pata que los inventores no hubieran hallado la fórmula magistral de la leche de los directivos un poco antes! Nos hubiéramos ahorrado el abandono que humilla a los mineros de Alquife; el descaro especulativo que a punto estuvo de acabar con la cervecera Alhambra, e incluso la propia firma que ahora vende la leche Omega -que comparte nombre con un poema "para muertos" de García Lorca y con la música de Enrique Morente y Lagartija Nick- no habría pasado unos años de agonía, ya felizmente superados, que por poco la doblegan a la bancarrota. La leche de clase directiva, sin embargo, no es excluyente. Cualquier sindicalista podrá beberla sin riesgo a sufrir trastornos ideológicos, sin peligro a que su magra bolsa se incremente por una inesperada audacia comercial.

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