Blair-Aznar

El contraste no puede ser más evidente e ilustrativo. Por un lado, Tony Blair telefoneando a su antecesor y contrincante político, John Major, para reconocer públicamente y agradecerle que el Plan de Paz para Irlanda del Norte que acababa de firmar en Belfast hubiera sido iniciado por él en el verano de 1995, creo, aunque hubiera tenido que abandonarlo por su debilidad parlamentaria para llevarlo a buen fin. Y por el otro, Aznar y su Gobierno atribuyéndose en exclusiva el éxito de la entrada en el euro, como si acabaran de sacar un conejo de una chistera y el Gobierno socialista no hubiera sentado las bases para ello. Y no sólo niegan a los socialistas cualquier contribución a este logro, sino que velada y mezquinamente (Aznar en Bruselas) parecen dar a entender que incluso deseaban el fracaso español.La reacción de uno y otro es clara: Blair gobierna con un programa propio y concreto apoyado por amplia mayoría parlamentaria, y Aznar lo hace desde la cuerda floja que le permiten sus pactos con CiU y PNV, y con un miedo cerval a no poder repetir legislatura. Su Gobierno es una oposición a la oposición, de ahí que haya adoptado la estrategia de escabullirse de cualquier cuestión comprometida con calificativos de irrelevante o estúpida, o recurra al «y tú más...», cuando no le queda otra salida. Y para colmo, ahora el nubarrón Borrell en el hozironte electoral del PP para ponerle más nervioso aún. De todas formas, habrá que dar gracias por estos cuatro años de «singularidad» democrática si en el 2000 Borrell es capaz de presentar ante el electorado un nuevo PSOE, regenerado y esperanzador, que acometa ese cambio tantas veces prometido y tantas veces hurtado por sus predecesores.-