"Oráculos", un viaje mágico y solitario
, Oráculos, un montaje escrito y dirigido por el director, autor y antropólogo colombiano Enrique Vargas, es algo más que un espectáculo teatral. Es una propuesta insólita en la que los espectadores se adentran en un laberinto para transitar por territorios que van más allá del ámbito puramente escénico. Oráculos, que llega a España tras un sonado éxito por Europa, se estrena hoy en el Museo del Ferrocarril de Madrid, donde los espectadores, previa cita telefónica, verán uno a uno este montaje.
El espectáculo se celebra de 18.00 a 22.00 horas, y los espectadores entran, de uno en uno, cada 10 minutos. Sólo hay que llamar al teléfono 902 383333 y pedir hora para perder 75 minutos en el laberinto que esta vez nos propone el director colombiano y su Centro de Investigación de la Imagen Dramática. El espectador está solo en todo momento, no ve nunca al resto del público. De hecho, entra y sale solo al interior del espectáculo. Siempre estará rodeado de 15 actores, pero apenas los ve, podrá apreciar un cuerpo que corre, podrá intuir que tras una pierna que huye hay un cuerpo, pero poco más.Enrique Vargas, con su Teatro de los Sentidos -ya estuvieron en España hace tres años con su espectáculo El hilo de Ariadna-, ha creado un laberíntico y curioso viaje de incógnitas y asombros en el que los espectadores encontrarán respuesta a aquello que se pregunten.
"¿Por qué extraña razón/ desde tiempos inmemoriales/ nos ha gustado jugar a perdernos/ y encontrarnos en la oscuridad?/ En el laberinto del Oráculo/ resuena un antiguo rumor;/ es el eco de un juego,/ el juego abre la puerta del misterio./ Más allá de la puerta comienza la Pregunta./ Yo quiero ser uno y soy la mitad,/ la parte que falta me hace caminar". Para Vargas, estos versos escritos por él para Oráculos explican en parte el espectáculo.
Para comprender el profundo significado de los mismos, hay que hacer cosas muy raras, pero no peligrosas, ni imposibles, ni desagradables. Sólo asombrosas. "Después vendrá el gozo, y el goce de gozar, y la gozada", dice Vargas.
Vargas no es un director al uso. Sus puestas en escena, sus creaciones, sus talleres, sus cursos, sus hallazgos escénicos, sus seminarios... son un todo en el que cada uno de los elementos está íntimamente relacionado: "Todo confluye en el trabajo de investigación que llevo a cabo desde hace 43 años en torno a una dramaturgia que pasa por el mundo de la imagen sensorial", dice el director.
Oráculos pertenece a la trilogía que Vargas ha puesto en pie sobre los laberintos. En España, hace tres años, se vio y se elogió la primera parte de esa tríada, conocida con el nombre de El hilo de Ariadna.
Un montaje más rico
En la segunda parte, Vargas propuso La feria del tiempo vivo, un laberíntico carnaval teatral. Ahora, en Oráculos ofrece un montaje más enriquecido en cuanto a imágenes visuales, al que también se ha llamado El sonido del agua dice lo que piensas. Aquí, los espectadores viajeros, siguiendo los pasos de Demeter y Perséfone al reino de los muertos, juegan a encontrar la pregunta que les permitirá abrir por sí mismos la última puerta del Oráculo. "El viajero-espectador descubre que para encontrar hay que perderse y, una vez en esa tesitura, preguntar", dice Vargas.Si alguien tiene algo que preguntarse, que se acerque a oraculear, ya que parece ser que los espectadores de este montaje deben sumergirse dentro de él (nada de patio de butacas, sólo espacios inimaginables) con una pregunta, y saldrán con una respuesta. Vargas lo explica con un lenguaje tan críptico como sus espectáculos: "El sonido del agua dice lo que piensas", y añade: "adivinar es imaginar con justeza", pero aún hay más, "el viajero crea el camino, pero el camino lo crea a él", y, finalmente, "la mejor manera de viajar es sentir".
Vargas ha tomado como idea central de este espectáculo su convicción de que la única forma de encontrar cualquier cosa en la vida es perdiéndose. "En Oráculos no hay palabras, solamente hay fragmentos de imágenes visuales". Pero ahí no queda todo. Por si la cosa no es lo suficientemente enigmática, el director aclara que en la obra interesa mucho más lo que no se ve que lo que se ve.
"Es una obra para jugar, para preguntarse cosas que allí encontrarán respuesta, pero al tiempo es una paradoja, porque no decimos a nadie cuál es esa respuesta a su pregunta; la única persona que resuelve la incógnita es el propio espectador, y nadie más", dice Vargas. La respuesta se basa en el silencio, la soledad y la oscuridad, elementos claves en la dramaturgia del director. Oráculos ya ha pasado con éxito por varios países europeos.
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