Por sus aplausos los conoceréis
El de hoy es, sin duda, el cartel parlamentario de esta temporada. Permitirá medir al presidente del Gobierno, José María Aznar, triunfador en la feria del Primero de Mayo en Bruselas, donde ha cortado un euro, con el candidato socialista José Borrell, que acaba de salir a hombros por la puerta grande de las primarias después de dar la vuelta al ruedo ibérico. Pero habrá además oportunidades para todos los portavoces de los restantes grupos y tendremos ocasión de medir el estado de las relaciones del Gobierno con el Grupo Popular y con sus actuales socios parlamentarios de Convergència i Unió, del PNV y de Coalición Canaria. La primera medida ambiental será la de la intensidad y duración de los aplausos que reciba el presidente Aznar de sus propios bancos. ¡Qué interesante sería volver al ejercicio del sonómetro para calibrar la intensidad acústica de cada uno de los aplausos y servirse del cronómetro para registrar su duración!Para completar la operación, el cronista debe atender también a subrayar en el texto distribuido de antemano la frase aplaudida. Así puede establecerse la serie de frases aplaudidas y componerse la gráfica del entusiasmo que resulta siempre muy reveladora sobre el sentir y el pensar del grupo del que procede. Como pudo demostrar hace años un periodista buen amigo mío, un primer repaso al texto de esas intervenciones preparadas de antemano permite identificar los latiguillos introducidos con intención de suscitar el aplauso. Pero la respuesta cuando el orador está leyendo desde la tribuna del hemiciclo carece de automatismo asegurado. Hay frases preparadas con todo cuidado que en los escaños sólo dejan indiferencia mientras que hay otras cuyos autores incorporan por necesidades del guión deseando que pasen inadvertidas pero son descubiertas espontáneamente por los escuchantes, en quienes activan los reflejos del más rotundo asentimiento sonoro.
Además, conviene distinguir entre el aplauso de mero asentimiento y el aplauso que busca el enojo del adversario. Este segundo aplauso debe reforzarse para sobreponerse al más que probable pateo desaprobatorio con el que habrá de competir ante los oyentes. Es el "chincha, rabiña, que tengo una piña con muchos piñones y tú no los comes". En todo caso, la gráfica del entusiasmo con todos estos matices podrá darnos idea de cómo se recibe hoy por los suyos la primera intervención del presidente Aznar, es decir de cuál es el estado de ánimo del grupo parlamentario popular. Lo mismo cabe establecer respecto de quienes se sucederán en el turno de intervenciones respecto de sus respectivas huestes y muy singularmente de las relaciones de José Borrell con el grupo socialista y con los demás del arco parlamentario. Luego, como explica el maestro Pepe Dominguín, comprobaremos si cada uno de los portavoces sabe interpretar el toreo de oído reiterando las suertes más aplaudidas y evitando los lances sin efecto en el respetable del hemiciclo.
La intervención inicial del presidente Aznar se ha fijado a las 12 horas y se anuncia "para presentar la correspondiente comunicación", que viene a ser la partitura del debate. Debe calcularse algo más de una hora para este primer turno leído, tras el cual la sesión se suspenderá hasta las 16 horas. Así que en algo más de 120 minutos los speech writter apostados en sus tribunas deberán ser capaces de preparar las correspondientes réplicas a sus jefes de filas. Al menos, los que trabajen para el primero en intervenir, que, según el orden de mayor a menor, será el socialista José Borrell. Los encargados de escribir para los restantes, que irán desfilando por la tribuna en orden sucesivo y decreciente, podrían disponer de más tiempo, pero es probable que lo rehúsen. Es más, se da por seguro que todos tienen de antemano escritas las réplicas a un texto ignorado, el del presidente, y se pronostica que la mayoría de los portavoces se atendrán a esos textos precocinados sin entrar en interacción apenas con la auténtica palabra presidencial. En todo caso, habrá que atender a los modos y al gesto. Se estima que la línea de desplante de Aznar a la oposición en las últimas sesiones de control al Gobierno es improrrogable bajo parámetros racionales.
