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El Partido Colorado gana las elecciones de Paraguay, según las primeras estimaciones de voto

Paraguay seguirá gobernado por el Partido Colorado, después de ejercer el poder ininterrumpidamente desde hace 51 años, según las primeras estimaciones de voto de los comicios generales celebrados ayer. El candidato oficialista, Raúl Cubas Grau, obtenía anoche el 43,7%, frente al 37,8% de su adversario, Domingo Laíno, de la Alianza Democrática, que agrupa a liberales, socialdemócratas, independientes y un pequeño sector escindido del oficialismo. Laíno no parece dispuesto a aceptar la derrota fácilmente. Minutos antes de que se hicieran públicas las primeras proyecciones anunció que el ganador era él y llamó a sus seguidores a salir a la calle a festejar «pacíficamente» la victoria.

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Promesas incumplidas

A esa hora las arterias de Asunción ya empezaban a poblarse de banderas rojas y otras enseñas de los eufóricos militantes del Partido Colorado. El temor a enfrentamientos flotaba en el ambiente.A falta de confirmación oficial, el triunfo del Partido Colorado es patrimonio en gran medida del general Lino César Oviedo, comandante en jefe del Ejército hasta abril de 1996, que tras ser pasado a retiro por el presidente saliente Juan Carlos Wasmosy e intentar sublevarse fue elegido candidato a la presidencia en las elecciones internas de su partido. Oviedo representa al genuino caudillo latinoamericano, que cosechó las simpatías del campesinado y amplios sectores con un discurso populista contra la corrupción y el delito organizado, proponiendo medidas drásticas que incluían la restauración de la pena de muerte.

Cuando el general encabezaba todas las encuentas, un tribunal militar le condenó a 10 años de cárcel por la intentona golpista, pena que fue ratificada por la Corte Suprema. Oviedo quedó inhabilitado para aspirar a la jefatura del Estado y fue sustituido al frente de la candidatura del Partido Colorado por su compañero de fórmula electoral, Raúl Cubas. Éste basó su campaña en la figura del militar encarcelado -«Cubas al Gobierno, Oviedo al poder», fue el lema electoral- y prometió que su objetivo primordial como presidente sería la libertad del general. En la calle o desde la cárcel, Oviedo moverá los resortes de poder.

El gran perdedor es Domingo Laíno, que aspiraba a la presidencia por tercera vez. Ni su mensaje en favor de un Gobierno de unidad nacional para abrir una nueva página en la historia de Paraguay, ni su pasado de luchador contra la dictadura de Alfredo Stroessner calaron lo suficiente entre el electorado.

El día de las elecciones llegó con las principales candidaturas prácticamente emparejadas. Conscientes de la trascendencia de los comicios, los electores acudieron masivamente a las urnas (más del 80% de participación). Desde las siete de la mañana se formaron largas colas en los distintos centros de votación de la capital, Asunción. De los líderes políticos el primero en votar fue el presidente Wasmosy.

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El candidato del Partido Colorado, Raúl Cubas, tras depositar su voto acudió posteriormente a la sede del primer cuerpo de Infantería, donde está preso el general Oviedo. «Es mi amigo y lo seguirá siendo aunque pierda las elecciones, en las buenas y en las malas», dijo Cubas.

El ritmo de votación fue extremadamente lento debido al complejo mecanismo establecido por la justicia electoral para evitar el fraude. En la Escuela de Perú, en el popular barrio de Sajonia, una mujer llevaba más de una hora esperando.

La policía detuvo a individuos a los que se incautó un elevado número de cédulas de identidad. En Paraguay un método tradicional de fraude en anteriores comicios era el alquiler por un día y previo pago de 20 dólares (3.000 pesetas, aproximadamente) del documento de identidad de potenciales electores que, de este modo, no podían acudir a las urnas.

Sin incidentes

Más allá de algún incidente aislado, la jornada transcurrió con tranquilidad, y los paraguayos exhibieron una gran dosis de paciencia, en contraposición al nerviosismo de sus dirigentes. La Organización de Estados Americanos (OEA), que desplegó a unos 120 observadores, la mitad locales, financió estas elecciones con medio millón de dólares (75 millones de pesetas), y la Unión Europea entregó idéntica cantidad.Con su voto al Partido Colorado los paraguayos han rehusado apostar por un nuevo escenario, después de 35 años de dictadura y casi una década de transición dominada por el mismo color político. Estas elecciones suponen, además, un importante salto hacia la superación de la endémica práctica del fraude que acabe, en palabras de un veterano periodista, con el «realismo mágico de América Latina, que muestra que los cómputos hay que hacerlos a oscuras, porque es cuando se pierden las urnas».

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