Alumnos
Hace unos días pudimos leer en EL PAÍS que a la ministra de Cultura le parecía muy preocupante la salud ortográfica de los alumnos españoles; más recientemente, esta sección se ha hecho eco de lo ridículo que se sentía un profesor por tener que utilizar métodos infantiles con alumnos adolescentes. Pues bien, soy profesor de literatura en segundo de BUP, y sólo quería decir lo siguiente:Silvia me pidió el otro día que le dejara algún libro de Cernuda porque los dos poemas suyos que había leído en el libro de texto le habían entusiasmado; María me comentó que se estaba leyendo Lolita, de Nabokov, y que le parecía excelente; Francisco me dijo lo mucho que había disfrutado con los Cuentos de Edgar Alan Poe, cuya lectura le había recomendado; Violeta me habló de cuánto le había gustado Marianela, de Galdós; un viernes por la tarde, en horario extraescolar, diez alumnos vinieron a ver Rebeca, de Hitchcock, y la encontraron apasionante; cada redacción que me entregan Virginia, Sara, Cristina, Lorena e Isabel la considero un regalo; Javier, Borja y Eloy me pidieron que les dejara Los cachorros, de Vargas Llosa, después de que en clase hubiéramos leído algunos fragmentos; Rubén se aprendió por gusto la Canción del pirata, de Espronceda, y después la recitó delante de la clase...
No sé si esto le servirá de consuelo al profesor que escribió el otro día; simplemente, lo he contado porque también ellos son alumnos españoles.- . .
