Un juez investiga una denuncia por supuestos malos tratos en la comisaría de Móstoles
El Juzgado de Instrucción número 5 de Móstoles ha abierto una investigación para determinar si el 10 de abril tres jóvenes de 19 años fueron detenidos ilegalmente y sometidos a torturas y malos tratos en la comisaría de la localidad. Las diligencias responden a una querella de los detenidos, quienes aseguran que fueron violentamente arrestados en una procesión y llevados a una dependencia policial, donde dos de ellos, esposados, fueron golpeados con una porra de metal. La policía lo niega y afirma que los detenidos pegaron a los agentes que les quisieron identificar.
El relato de la querella arranca a la 1.30 del Viernes Santo pasado con una procesión religiosa. En la glorieta de Cuatro Caminos de Móstoles se encontraban, junto a otro amigo, Daniel Chimeno Huerta, Óscar Pastor Rodríguez, Rubén Pérez Lara y Sebastián Pardo Ramírez, todos de 19 años, sin antecedentes, vecinos de Móstoles y estudiantes (tres de COU y uno de conservatorio).Óscar lo recuerda: "Nos habíamos reído entre nosotros de los gorros de los cofrades e íbamos a abandonar el lugar cuando dije: "Me cago en Dios". Nada más decirlo, siempre según la versión de los denunciantes, se acercaron a ellos dos hombres, que se identificaron como policías. Óscar les dijo que ya se marchaban y los agentes les abrieron paso, pero a los pocos metros se encontraron con otros dos policías de paisano. Sin mediar palabra, según aseguran los jóvenes, agarraron a Óscar del cuello, le tiraron al suelo y la emprendieron a patadas y puñetazos con él.
"Al principio creí que era gente de la procesión la que le pegaba y corrí con Rubén a ayudarle", recuerda Daniel. En ese instante, uno de los agentes que supuestamente participaba en la agresión mostró la placa con una mano, mientras que con la otra sacó una pistola.
La querella sostiene que atizó un culatazo a Rubén en la oreja izquierda; luego se dirigió a Daniel y, mientras le apuntaba, le amenazó: "Estate quieto o te pego un tiro". Acto seguido, siempre según esta versión, tumbó a Daniel y nuevamente enfiló el cañón de su pistola hacia su cabeza, diciendo: "Si te mueves, te pego un tiro". Dos golpes en la cabeza del joven acompañaron supuestamente estas palabras.
Daniel, finalmente, fue esposado y conducido en coche, junto a Óscar (también esposado) y Sebastián, a la comisaría. "En ningún momento nos explicaron por qué nos habían detenido", señalan los jóvenes.
La querella, presentada por el abogado Endika Zulueta, añade que, durante el trayecto, Daniel empezó a sangrar por la oreja y, pese a la insistencia de sus compañeros, la policía se negó a llevarle al hospital. En comisaría les hicieron entrar en fila india en una habitación. Allí empezó el segundo acto de la querella. Al poco tiempo llegó al cuarto el agente que había sacado la pistola durante la procesión. Esta vez, siempre según los denunciantes, blandía una pequeña porra de metal acabada en una bola de acero.
"Tenía cara de odio. En silencio, sin decirme nada, empezó a pegarme en la cabeza y por el cuerpo. Yo estaba esposado, tenía miedo y pedí ayuda a mis compañeros", afirma Daniel. Óscar sostiene que solicitó a los cuatro agentes uniformados que se encontraban en la habitación que evitasen la paliza."No respondieron, y el de la porra se dirigió a mí, me tiró al suelo y la emprendió a porrazos. Como estaba esposado, me intenté proteger con las piernas, pero el policía cogió una silla, me la puso encima y siguió pegándome", concluye Óscar.
La querella mantiene que posteriormente los jóvenes fueron llevados al hospital de Móstoles por la policía. En el coche, Óscar preguntó a un agente si no le parecía mal lo sucedido. La respuesta, según los denunciantes, fue: "En comisaría no ha pasado nada".
El reconocimiento médico concluyó que Daniel había sufrido un traumatismo en la oreja, con una herida inciso-contusa (el parte del día siguiente añade un traumatismo en la cabeza y dos hematomas en cabeza y pómulo derecho); Óscar, arañazos en el cuello y un golpe en una muñeca, y Sebastián, en el parte del día siguiente, una contusión. Tras el reconocimiento fueron llevados a la comisaría situada en el polígono de Arroyomolinos. Fueron encerrados y, tras prestar declaración Daniel en presencia de una abogada, fueron puestos en libertad. Habían transcurrido 16 horas desde su detención.
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