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Clinton exige a Netanyahu una mayor retirada de Cisjordania para reunirse el 11 en EE UU

Benjamín Netanyahu y Yasir Arafat abandonaron ayer Londres sin alcanzar un acuerdo sobre la retirada de las tropas israelíes de Cisjordania, principal obstáculo al proceso de paz en Oriente Próximo. Pero en un esfuerzo para impedir el hundimiento de los Acuerdos de Oslo, Bill Clinton invitó al presidente palestino y al primer ministro israelí a una cumbre en Washington, el próximo día 11. Esta reunión, advirtió la principal mediadora en el proceso, la secretaria de Estado Madeleine Albright, está condicionada a la aceptación por Netanyahu de las propuestas norteamericanas de repliegue. El primer ministro dijo que acudirá a Wshington u otro lugar «para lograr la paz y la seguridad».

El traslado de las negociaciones a Washington constituye un claro ultimátum a Netanyahu, que deberá aceptar previamente la iniciativa norteamericana respecto a la retirada de Cisjordania. «Es una invitación basada en las ideas norteamericanas y condicionada a que se resuelvan las cuestiones pendientes», confirmó ayer Albright, al tiempo que fijaba el día 11 como fecha tope para resolver las diferencias. «Tenemos una oportunidad estratégica para poner otra vez en marcha el proceso de paz y no podemos permitirnos el lujo de perderla».La secretaria de Estado no quiso entrar en detalles sobre la propuesta norteamericana salvo para calificarla de «justa y equilibrada». Este plan incluye el repliegue del Ejército israelí del 13% del territorio cisjordano y un paquete de medidas enfocadas a restaurar la paz y convivencia entre palestinos e israelíes. «Nuestras ideas no suponen una amenaza a la seguridad de Israel», aseguró Albright.

Con Arafat comprometido con la propuesta norteamericana, la presión recae en exclusiva en el sector israelí. Netanyahu, que al llegar a Tel Aviv dijo que va a seguir estudiando con sus asesores el plan norteamericano y que confía en participar en la cumbre de Washington, mantiene una lucha en dos frentes: contra el ala radical de su Gobierno de coalición que le impide un compromiso en lo territorial y contra la perspectiva de alzarse como el responsable absoluto del fracaso del proceso de paz.

En los próximos días, el primer ministro debe lograr el respaldo de sus aliados políticos y salvar las diferencias que mantiene con Arafat. «No ha habido acuerdo en Londres, pero hemos progresado en áreas significativas», señaló su portavoz. «Esto no supone el fracaso del proceso, puesto que las conversaciones continuarán en Washington».

Antes, sin embargo, ambas delegaciones deben superar la brecha que separa las posiciones israelíes de las palestinas. Ésta es la condición impuesta por el presidente norteamericano para abrir el próximo lunes la etapa final de las negociaciones. La agenda de Washington, por tanto, deberá abordar cuestiones referentes al estatuto político de la región y el resto de las cuestiones incluidas en los Acuerdos de Oslo. «Estamos interesados en una paz amplia. Éste es el objetivo que no debemos olvidar», señaló Albright.

A pesar de que no hubo acuerdo final, tanto los negociadores como el anfitrión, Tony Blair, y la propia mediadora hablaron ayer de avances. Según el primer ministro británico, durante las conversaciones por separado del lunes y el martes se avanzó en temas económicos, respecto al aeropuerto y un polígono industrial de Gaza, en materia de seguridad y sobre el futuro de los presos.

Netanyahu llegó a Israel poco después de que el Partido Laborista presentará ante el Parlamento una moción de censura por el fracaso de las conversaciones de Londres. Y un problema más le planteaba la organización islamista radical Hamas, que llamó a combatir a Israel y a restaurar «el derecho de los árabes».

La moción laborista era calificada de «mera fomalidad» por medios diplomáticos, ya que la correlación de fuerzas (34 escaños frente a una coalición de 68) impide a los laboristas derrocar al Gobierno, pero las mismas fuentes calificaban de preocupante la convocatoria de los integristas palestinos, hecha por el máximo responsable de la organización, el jeque Ahmed Yasin, quien viaja por diferentes países en busca de apoyos. «Llamo a nuestro hermano Yasir Arafat a revisar su posición y a cambiar de actitud, porque los judíos no cambirán», manifestó. Arafat se entrevistó anoche en Rabat con el el rey Hassan.

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