Faltó ambición y casta
Se cerró la miniferia de la Comunidad con un espectáculo triste. Faltó ambición y casta. Los novilleros estuvieron fríos y compuestos, pero sin apretar ni querer comerse el mundo, y el ganado lidiado como titular, los pupilos de Pereda, dejaron mucho que desear en cuanto a casta y bravura. Una lástima. A excepción del sobrero de Martín Peñato, que tenía casta, y el buen quinto de Alejandro Vázquez, que metió el morro con son por ambos pitones, y que no fue aprovechado lamentablemente. El final no fue por tanto nada felíz, habrá que esperar mejores tiempos, mejores ganaderías.Chamón Ortega en su primer novillo no estuvo acertado, en una faena larga, de muchas pruebas por ambos pitones. El novillo embestía a media altura y no acabó de verle la distancia adecuada. Mató rápido y eficaz, de un pinchazo hondo, ayudado por su cuadrilla, que le hizo la rueda al burel, rauda y veloz.
Pereda/ Ortega, Chaves, Abellán
Cuatro novillos de José Luis Pereda (dos rechazados en el reconocimiento), desigualmente presentados, flojos y mansos; 1º y 5º de Alejandro Vázquez, bien presentados; 1º sobrero de Alejandro Vázquez, 2º sobrero de Martín Peñato, que salieron en 3º y 4º cuarto lugar en sustitución de los de la ganadería titular devueltos por inválidos.Chamón Ortega: pinchazo hondo y rueda de peones (silencio); cuatro pinchazos -aviso- dos pinchazos hondos y dos descabellos (silencio). López Chaves: dos pinchazos, pinchazo tendido perdiendo muleta, otro pinchazo, estocada contraría y delantera y descabello (silencio); estocada atravesada (algunos pitos). Miguel Abellán: dos pinchazos soltando, estocada perdiendo muleta (silencio); pinchazo sin soltar, estocada desprendida (silencio). Plaza de Las Ventas, 3 de mayo. Tercera de abono. Cerca del lleno.
Ortega en su segundo, sobrero de Peñato, estuvo más lucido y llegó a interpretar algunos suaves muletazos en el comienzo del trasteo y algún derechazo templado, que no tuvo continuación. El novillo, mediada la faena, empezó a rajarse y el madrileño languideció a su vez con la res no del todo aprovechada. La abundancia de pinchazos es una muestra de esa pequeña historia.
López Chaves tiene que estar lamentándose de no haberse entendido con su segundo novillo, un burraco de bella lámina que embistió largo y bueno. El novillero salmantino intervino en quites y estuvo atento a la lidia. Sin embargo, no se acopló a su primero, manso y débil, en una faena sin color. La espada se le resistió y tardó en acabar con el manso de Pereda.
La cruz de Chaves llegaría en el mencionado quinto. En este nos habían brindado un tercio de quites interesante entre Miguel Abellán y él mismo. Los dos por chicuelinas muy ajustadas de diferente estilo. Y el novillo empezó a mostrar más síntomas de casta, pues se arrancaba largo en banderillas y se desplazaba en el capote.
Estuvo Chaves muy torero en el comienzo del trasteo de muleta, en unos doblones mandones desde la primera raya del tercio hasta los medios, que fueron aplaudidos y presagiaban faena. Y luego, en cambio, sucedió que tampoco hubo acoplamiento. Embarcaba el muletazo fuera de cacho, el público protestó sin cortarse, y el novillero, a disgusto, no tomaba el camino acertado. La faena y la gloria se perdieron. Y el novillo fue aplaudido en el arrastre.
Miguel Abellán en su primero quiso hacerle faena a un marmolillo y tuvo que desistir, allí no se podía ni estar aseado. Sí serio y asentado, que así pareció el novillero madrileño. Ya en el sexto hubo más alegría, aunque no excesiva. De saludo le dio al novillo de Pereda unos lances a pies juntos, y en el tercio de muleta dejó su estilo sobrio impregnado en unos muletazos de gusto en el prólogo. La faena tendría unas series breves y entonadas de derechazos, y una primera serie de naturales bien dibujados, que dejaron a la plaza suspensa, la gota de miel a punto de caerle en la lengua.
El novillo fue perdiendo gas y la faena puede decirse que terminó en ese momento, en el final de la única serie de naturales vista en toda la tarde que se pueda considerar así, serie ligada y completa. En tarde sin casta ni ambición, no se puede pedir mucho más.
Babelia
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