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«Si perdemos dinero, perdemos libertad»

Giulio Einaudi, el fundador de la mítica editorial italiana que lleva su nombre, tiene 86 años y sigue al pie del cañón. La pasada semana estuvo dos días en Madrid para asistir al homenaje a Carlos Barral y se marcó un maratón. El martes dedicó siete horas a recorrer el Museo del Prado y el Thyssen; a las diez de la noche estaba tan pimpante cenando con Rosa Regás y Jaime Salinas. La mañana del miércoles fue íntegra para el Reina Sofía, comió opíparamente, descansó un poco, se fue a la Casa de América, leyó su conferencia, charló con todos los amigos, se emocionó hasta las lágrimas con el recuerdo de Barral y, pasadas las once, se fue a cenar. ¿No se cansa? «Bueno, un poquito, porque he ido a todas partes andando y con la lluvia se me mojaron las suelas y los zapatos me pesaban».Giulio Einaudi vive en Roma y cada martes se va a Turín, donde está la editorial, y regresa los viernes. «Tengo un montón de reuniones, de lectura, con los grafistas... Además, soy el presidente de la Einaudi y debo velar por que se mantenga la tradición de la casa», afirma.

La Einaudi pertenece a Mondadori, del grupo Fininvest, de Silvio Berlusconi. En su libro de memorias, Fragmentos de memorias (Alfons el Magnànim, 1990), publicado en Italia en 1988, se refiere con amargura a los graves problemas que sufrió la editorial a finales de los ochenta: «Más adelante, quizá, conseguiré detenerme en la reciente crisis de la editorial, y en el drama que ha supuesto para los amigos, para la cultura y para Italia».

Tras una etapa muy azarosa, la Einaudi acabó en Fininvest. «Sufrimos una crisis de crecimiento, teníamos la voluntad de crecer pero sin tener un capital propio. La presión de los bancos fue extenuante. Ahora estamos tranquilos. Somos muy independientes y autónomos respecto al gran patrón (Berlusconi)».

«No me importa el dinero, pero me preocupa que no se pierda. Si perdemos dinero, perdemos libertad. Si no logramos vender libros, perdemos lectores. Nos podemos permitir no ganar con un 3% de lo que publicamos si se trata de buenos libros, pero no más. Debemos ser eficaces, estar despiertos y hacer buenos libros».

Giulio Einaudi ve «muy mal» el actual panorama de la edición. «Las editoriales publican cualquier cosa. Una misma empresa puede sacar lo mismo cosas de izquierdas que de derechas o de centro. Es imposible mantener unas señas de identidad propias en esta situación. Todas hacen lo mismo. He leído que en España se publican más de 48.000 títulos. Es una barbaridad. La gente cada vez va menos a las librerías, y las editoriales hacen grandes operaciones de mercadotecnia a la americana y para pagar la publicidad tienen que vender 50.000 ejemplares, que no venden. Las devoluciones son enormes. ¿Cómo se puede aguantar?».

Einaudi no es partidario de los sistemas de promoción norteamericanos, y dice que en Italia no funcionan, «pero ellos tienen más idea de lo que se puede vender». También está en contra de los premios multimillonarios y le parecen desorbitadas las cifras que se pagan como adelanto a muchos autores. «Hay que calcular muy bien lo que se da en concepto de adelanto de derechos de autor y cuántos libros se van a vender realmente; si no, no salen los números». No quiere participar en subastas de agentes ni llevarse escritores a golpe de talonario. «Me gusta muchísimo Tabucchi, pero es de Feltrinelli. Si un autor es de otro, déjalo estar».

El veterano editor es pesimista, aunque sigue con la misma ilusión de hace 60 años. Lleva la colección Escritores Traducidos por Escritores. «He publicado ya 80 títulos, pero sólo me dejan hacer tres o cuatro al año, porque son libros caros. Luego sacan una edición económica y venden mucho».

Está asimismo muy pendiente de Stile Libero, que realizan dos colaboradores. «Es una colección de pequeños textos extraños» que incluye, por ejemplo, « un trabajo de Dario Fo sobre el caso Sofri (ex líder de Lotta Continua, acusado de asesinato y encarcelado, aunque no se ha podido demostrar, y que ha provocado en Italia un gran movimiento de solidaridad), un volumen de poemas sobre jugadores de fútbol o un libro sobre espectáculos, con cómics y un un disco, que ha vendido mucho » . Ahora anda «enamorado», como dice él, de un joven francés «que escribe pequeños libros». «Cada vez que los lees encuentras un significado diferente». Einaudi sigue buscando autores. «Va adelante esta casa editorial con el objetivo de siempre: publicar libros que de verdad sean útiles para el lector, que no les laven el cerebro como esas novelas que tienen una trama bellísima pero que no dicen nada».

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