Los caballeros del sur
"¡Caballeros del sur, un paso al frente!". La orden del general de West Point en Murieron con las botas puestas marca la línea divisoria entre los dos bandos de la guerra de secesión. En un minuto, merced a una decisión tomada en los despachos políticos, se rompe la armonía. Sin embargo, la amistad y el honor perviven para siempre. Cuando los antiguos cadetes que integrarán el ejército confederado abandonan la academia, el general, un viejo yanqui que detesta la guerra y no la considera más que el fruto de intrigas políticas, ordena a la orquesta que toque Dixie, el himno de los sudistas. El gran Raoul Walsh certificó así la perennidad de las leyes de caballería. La Feria de Abril, que terminó ayer, está llena de caballeros del sur. Como los inmortalizados por Walsh, montan a caballo y nacieron en el sur de un lugar. A diferencia de la alegre promoción de West Point, los caballeros de la feria no combaten en ningún lado, sino que se pasan gran parte del tiempo dando vueltas por el real. Un bisoño en estas lides no entiende el porqué de este movimiento perpetuo. Quizás intentan encarnar el mito del etorno retorno. Todo se repite. Borges lo escribió en poemas memorables y no conviene hacer el ridículo añadiendo ejemplos desvaídos. Algunos caballeros de la feria van más allá y no cabalgan. Montan en sus carruajes. Muchos son grandes como catafalcos y compiten en tener más caballos que los demás. Un taxista sevillano resumía el sábado su opinión sobre los carruajes: "Ésos son los ricos, que vienen de los cortijos. Van a la feria a dar vueltas y a pasearse para que la gente los vea. Es como si nos dijeran: "Aquí estoy, colegas. Váyanse ustedes a tomar por saco". El taxista sentía un velado deseo de emularlos. "Si me tocara la Primitiva, yo compraría un carruaje con 16 caballos", explicó antes de aparcar su coche junto a la portada. "Los caballistas se exponen. Van a caballo para exhibirse. El rico catalán o el madrileño no enseñan el dinero. Aquí, en cambio, hay que enseñarlo". Es el resumen de una sevillana inteligente y que sortea con éxito los escollos del trabajo diario. La feria se acabó ayer para los caballeros. No se puede estar dando vueltas toda la vida. Eso sólo lo hacen los derviches giróvagos. Los caballeros de la feria necesitan descansar 360 días para repetir su ceremonia con fuerzas recobradas. Muchos de los caballeros sudistas del general Lee no tuvieron la oportunidad de descansar. Murieron en combate.
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