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Los últimos análisis negativos sobre peste porcina en Sevilla descartan, de momento, nuevos focos

La Junta y el sector aúnan esfuerzos para controlar que la peste porcina clásica, detectada en la comarca sevillana de Carmona, no se extienda a otras zonas de la región. De momento, los últimos análisis realizados a la cabaña porcina en otras explotaciones de la zona han dado resultados negativos, con lo que no hay sospecha alguna de que se puedan producir y declarar nuevos focos de esta enfermedad, según confirmaron ayer fuentes de la Consejería de Agricultura y del sector. Las medidas de vigilancia se han extremado y la Guardia Civil intensifica los controles en carreteras.

Junta, sector y organizaciones agrarias realizaron ayer un llamamiento a la tranquilidad de los ganaderos, a los que instan a que no muevan el ganado en las zonas de protección y vigilancia, donde hay inmovilizados entre 120.000 y 200.000 cerdos. El transporte clandestino de animales es en la actualidad uno de los riesgos más importantes para que se extienda la enfermedad, por lo que se ha solicitado a los ganaderos que denuncien cualquier sospecha. Mientras, las tareas de barrido de las zonas de protección y vigilancia, declaradas ayer y que afectan a los municipios sevillanos de Carmona, Mairena del Alcor y El Viso del Alcor, continuaba ayer. Un total de 18 veterinarios, diez de ellos procedentes de Lleida -una de las provincias más afectadas por la peste porcina clásica-, proseguían los controles, que se extenderán entre el centenar de explotaciones que se encuentran donde se ha declarado el foco. Aquí también se han extremado las precauciones y sólo está permitido que cada veterinario visite dos explotaciones con la intención de evitar que se conviertan en transmisores de la enfermedad, según María Peña Mora, de los servicios técnicos de COAG. El sector, representado en la Asociación Regional de Productores de Ganado Porcino, y las organizaciones agrias y ganaderas se reunieron ayer con el director general de Producción Agraria, Luis Gásquez, para analizar la situación y diseñar las actuaciones a seguir. Según los datos de la consejería, los resultados de los análisis realizados han dado negativos y además tampoco hay sospechas clínicas en los animales que indiquen que pueda haber un rebrote de la enfermedad. Colaboración "No vamos a bajar la guardia", explicó Gásquez, quien acto seguido apeló "a la responsabilidad del sector, desde el contacto permanente, y a la serenidad de los ganaderos para acabar con esta enfermedad desde la colaboración". Según las previsiones del sector y la Administración, si no surgen nuevos focos de peste porcina clásica, en 45 días se puede levantar la declaración de la enfermedad. El consejero de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, Paulino Plata, se pronunció ayer en la misma línea y aseguró en Algeciras que no hay por qué alarmarse, informa Cándido Romaguera. "Lo más importante ahora es que exista prudencia en el transporte de los animales por parte de los ganaderos", dijo, para a continuación precisar que "el área afectada está bien definida". Antes lanzó un mensaje contra el mayor peligro: la movilización clandestina de animales, de la que dijo es la "única manera de que el foco se pueda extender y que la enfermedad se pueda, por tanto, propagar". Plata solicitó a los ganaderos andaluces que apliquen la normativa para que no se muevan animales enfermos. "Si en 45 días no hay nuevos casos detectados, se levantarán todas las medidas preventivas que la Junta de Andalucía ha tomado", señaló. Y defendió las medidas iniciadas desde enero porque, de lo contrario, "ahora estaríamos hablando de un problema mayor". De momento, algunos ganaderos ya han reaccionado. La organización agraria COAG confirmó ayer que algunos de sus asociados en Almería habían restringido el movimiento de cerdos y se han negado a recibir animales desde la provincia de Sevilla como medida preventiva. Una decisión que aplaudió esta organización, que, a través de su responsable, Francisco Bermúdez, ha hecho un llamamiento a la tranquilidad del sector: "Hay que estar tranquilos, compaginando la preocupación, el control y la vigilancia en el cumplimiento de las condiciones sanitarias". COAG insiste en que ante cualquier "sospecha o intuición" de que exista la enfermedad o el simple riesgo, los ganaderos lo denuncien. Y es que la rapidez con la que se transmite esta enfermedad hace necesario que se extremen todos los controles. La Unión de Pequeños Agricultores coincidió con el llamamiento a los ganaderos. Pero también criticó con dureza al Ministerio de Agricultura, que ha demostrado "su incompetencia" en materia de sanidad animal ante el riesgo de que la UE pueda cerrar las fronteras a las exportaciones españolas de ganado porcino. "La causa no es otra que la descoordinación entre las políticas sanitarias de las diferentes comunidades autónomas", criticó ayer UPA, que acusó al ministerio de haber adoptado una postura de "echar balones fuera" cuando lo que debería hacer "es buscar una solución política de ámbito nacional antes de que se extienda más esta enfermedad que pueda resultar gravísima".

Problema económico, no de salud

La peste porcina clásica, de consecuencias tan malas o peores que la africana, de la que Andalucía ha salido hace dos años, no tiene consecuencias negativas para la salud humana. Es más, la carne de cerdo infectado es comestible, aunque se prefiere el sacrificio del animal y su posterior enterramiento para evitar que se pueda extender la enfermedad. "El principal problema de la peste no es la salud, sino que puede provocar una caída de precios que puede dejar resentido el sector porcino", según COAG. Mientras tanto, la Junta de Andalucía anunció ayer que en un plazo de tres meses procederá a las indemnizaciones a los ganaderos por el sacrificio de cerdos, concretamente 1.296 en una granja de El Viso del Alcor. Unas indemnizaciones estimadas en unos 20 millones de pesetas, de acuerdo a los precios de mercado, que deberán ser asumidas por la UE (el 50%), el Gobierno central (25%) y la Junta (25%). También ha solicitado el sector y la Junta que se abra la intervención pública para que los animales que puedan ser sacrificados voluntariamente por los ganaderos en zonas de protección y vigilancia se destinen a la elaboración de harina de carne. La imposibilidad de utilizar una vacuna -se ha utilizado la llamada cepa china, que consiste en inyectar en el animal anticuerpos del virus, pero luego no se sabe si el cerdo tiene la enfermedad o los virus de la vacuna- dificulta el control de la enfermedad. Fácilmente extendible en el transporte de animales, por los vehículos, los útiles veterinarios e, incluso por el aire, su periodo de incubación es de tres días. El virus de la peste provoca en los cerdos lesiones y hemorragias en intestinos. Fiebre, pocas ganas de comer y hematomas son los síntomas externos.

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