Las exportaciones
Si el Gobierno sigue empeñado en utilizar la cooperación internacional para promocionar las exportaciones españolas (Cartas al Director del 6 de abril), debemos seguir, al menos, una buena y transparente gestión de sus proyectos. No son sólo los FAD los fondos que se aplican a este fin. Es el caso, además, de la ayuda bilateral destinada a proyectos de desarrollo, de cuya gestión la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) tiene responsabilidad directa por mucho que trate de descargarla en consultores, evaluadores y otros. He sido testigo de los efectos de esta política en un país africano que es, a la vez, de los más necesitados en lo social y de los más apetecibles como aliado económico de España. La AECI ha apoyado en años recientes dos grandes iniciativas en ese país, un hospital y un proyecto de riego. Ambas fueron gravemente perjudicadas por la decisión de la AECI de dedicar gran parte de su presupuesto a un Fondo de Contrapartida. Se trata de invertir unos 400 millones de pesetas en la compra de equipos españoles esperando que, con su venta, se generarían ingresos que luego servirían de capital operacional para los proyectos (hasta que llegasen a autofinanciarse). Sin embargo, el riesgo se concentró en una sola línea de productos -bombas de agua- y la AECI encargó la gestión del fondo, sin supervisión apenas, a un concesionario comercial. De repente, la guerra -endémica en ese país- se reinició, el mercado de bombas colapsó y durante tres años casi no se generaron ingresos para los proyectos. El efecto fue devastador: el hospital se privatizó, obligando a los médicos a cobrar sus servicios a algunos pacientes para así sufragar los costes de gasolina para las ambulancias, y otros gastos. En el proyecto de riego, la productividad quedó en niveles ínfimos como consecuencia de la falta de capital para comprar semillas, pesticidas y fertilizantes, lo cual afectó directamente a la salud y nutrición de los campesinos. Estas prácticas de efectos tan perversos, y la malísima gestión que demuestran, no son la prerrogativa de la cooperación española -otro tanto pudiera contar de la cooperación británica, por ejemplo. Lo que es particularmente grave en este momento, sin embargo, es que se está perdiendo la oportunidad que ofrecería la nueva ley de cooperación para al menos paliar los efectos de esta política. Me parece gravísima la denuncia de su comunicante, vocal del Consejo de Cooperación por el 0,7, en el sentido de que no se han to- Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior mado en cuenta adecuadamente las opiniones de las ONG, que tanto tienen que enseñar a las autoridades en lo que a gestión de proyectos se refiere.- . .
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