Una curiosidad universal
Creo que con Octavio Paz desaparece una de las figuras más altas de la cultura contemporánea. Como poeta, ensayista, pensador y conciencia cívica marcó una profunda huella y dejó admiradores y adversarios profundamente conmovidos por sus ideas, sus imágenes estéticas y los valores que defendió con inteligencia y pasión. Fue un magnífico poeta y uno de nuestros más grandes prosistas, un hombre de ideas en la tradición de sus dos grandes maestros intelectuales: Alfonso Reyes y José Ortega y Gasset a los que dedicó lúcidos ensayos. Fue también un gran animador cultural, editor de revistas, traductor de poesía y un hombre animado de una curiosidad universal que en su obra tendió un puente entre América Latina y todas las otras culturas importantes del mundo.Hay que agradecerle también su compromiso con la libertad. Fue uno de los escasos grandes creadores de su generación que no sucumbió a la tentación totalitaria y que jamás aceptó lo que en los años 50 y 60 llegó a ser un imperativo para muchos de sus colegas: elegir entre el marxismo y el fascismo. Él defendió siempre la opción democrática con lucidez y valentía aunque eso le ganó innumerables enemigos y, a veces, verdaderas campanas de infamia contra él. Su obra y su ejemplo seguirán iluminando todavía a muchas generaciones de latinoamericanos.